EL PAÍS DE LOS CHOL@S CHOLEADORES
Por: Elmer Antonio Torrejón Pizarro
Había una vez un territorio con varias culturas en América del Sur;
culturas que se desarrollaron antes de los Incas como Chavín, Chimú, Mochica,
Tiahuanaco, Nazca y otros poderíos regionales como los Chachapoyas, Luya y Chillaos o los Guayacundos,
de Pacaipampa, Piura. Estas culturas pre incas lograron desarrollarse
socialmente en sus territorios, pero también sucumbieron ante otras culturas
más poderosas. Wari aparece como una
primera mega cultura fusionadora, luego aparecen los Incas como el gran
imperio que conglomeró pequeñas sociedades, territorios y culturas de actuales
países como Perú, Colombia, Ecuador, Bolivia, Chile y Argentina.
Los Incas confluyeron en un gran
territorio conocido como el
Tahuantinsuyo, donde conjugaron diversas culturas con sus ideologías,
estereotipos, cosmovisiones, costumbres, músicas, fenotipos, genotipos, etc. Se va intentando construir una nacionalidad
basada en la adoración al dios Sol y la Pachamama, una nación con diversas
culturas gobernadas regionalmente por curacazgos que rendían lealtad y
pleitesía al gran gobernante que habitaba en el Ombligo del Mundo: Cusco.
Los españoles tuvieron que llegar, e invadieron este territorio.
Vinieron con sus cargas culturales, su política, su economía, su sociedad; pero
sobretodo vinieron con diversas costumbres que en una acción de sincretismo, se mezclaron con las
culturas que habitaron este territorio. Este hecho significo la aparición de nuevos mestizajes culturales en este
territorio. La nueva cultura mestiza, cargado de ideologías y estereotipos
culturales y fenotipos, va dominando a este gran territorio desde el siglo XVI hasta la actualidad.
Este gran territorio se va
desmembrando por diversas coyunturas políticas y guerras, y van apareciendo
nuevos territorios independientes, con una
misma raíz cultural que se van alimentando con las costumbres que dictan estos
nuevos territorios culturales. Aparecen entonces los países que hoy
conocemos, todas con una raíz cultural cuasi semejantes, pero nutridas constantemente
con las diversidades culturales locales y regionales.
Entre ellos aparece el Perú, un territorio construido socialmente por
diversas culturas. Un país netamente serrano,
charapa y chaleño, que se aglutina en un término: un país cholo, debido a su mestizaje cultural
continuo. Somos un país con diversas identidades, en proceso de construir una
Nación, y quizás en esta diversidad cultural radica nuestra riqueza, nuestro potencial. Hay que saber entenderlo y
respetarlo.
Más esto, no ocurre en este
territorio llamado Perú. El colonialismo
ha dejado huellas imborrables de superioridad racial, de exclusión étnica,
de distinguir las clases a partir de fenotipos que han marcado límites
sociales, económicos y culturales. Que han marcado históricamente el Perú formal e informal; el incluido y
excluido; el urbano y rural; el yo y la otredad.
En este nuevo tiempo de la
tecnología y las comunicaciones, el Perú
todavía sigue batallando con este complejo racial y étnico. Con esta forma
de entender que los que viven en las áreas rurales son los ciudadanos de
segunda categoría, los que deberían vivir cuidando sus chacras y animales; los
que atrasan al Perú, según el pensamiento urbanizado. La batalla contra estos
ciudadanos de “primera clase”, no tendría sentido si es que al momento de
analizar, vemos que la batalla es contra
nosotros mismos; es decir, el prejuicio racial nace de los propios
descendientes de la cultura matriz
andinoespañolizada (con los “condimentos culturales” selváticos y
costeños). Nace de los propios Cholos Choleadores.
En los últimos años y semanas,
hemos tenido un conjunto de situaciones que han mostrado el cordón que nos conecta con esta parte
subconsciente del colonialismo racista. Los ciudadanos peruanos, los Cholos Choleadores, con identidades
falsas y propias; tras una computadora,
un micrófono o en el vecindario del cerro donde viven; sacan a lustre sus
comentarios inapropiados contra personas u organizaciones de origen serrano o charapa, sin tener el
mayor respeto a la libertad y los
derechos humanos.
Lo más triste de este
acontecimiento es que estos Cholos
Choleadores, son descendientes en primer, segundo o tercer grado de un migrante andino o amazónico. Son
descendientes de una cultura mezclada,
de una cultura chola. Son parte de una Lima
provinciana donde las grandes fiestas se organizan en los conos, en grandes complejos (Huaralino) o Clubes Departamentales
y al ritmo de Corazón Serrano o Sensual Karicia. Estos Cholos Choleadores, viven en distritos donde sus familias van a pasear y hacer sus compras en Molls,
Mega Plazas o supermercados adquiriendo Kola Real, cds de Corazón Serrano o
vestimenta de Gamarra; productos producidos por los peruanos emergentes andinos o amazónicos, producidos por los
cholos.
Que lamentable ver en la
televisión o las redes sociales los
insultos racistas, en la mayoría de los casos cargadas de envidia y mala fe. Los “comentarios descerebrados” de
compatriotas peruanos contra sus pares peruanos. Hemos llegado a tal decrepitud como sociedad, de evidenciar
nuestro prejuicio racial contra una
artista fallecida, cantante de Corazón Serrano que lamentablemente nos ha
dejado. Tan solo por el hecho de ser una
provinciana, de haber triunfado y
tenido éxitos dentro de una agrupación musical que desde sus inicios representó
la lucha contra la exclusión social y
los estereotipos racistas y étnicos.
A Corazón Serrano lo escucho y
bailo desde hace veinte años atrás,
y justamente esta agrupación es el claro representante de ese mestizaje cultural, de esa raíz cultural génesis
de nuestro territorio sudamericano. En el arte musical de Corazón Serrano
confluye eso que llamamos Todas las
Sangres, porque hay un sincretismo cultural primero de dos países (sanjuanitos ecuatorianos y huayno peruano) y de
identidades serranas, charapas y chalas.
¿Entonces, cómo los propios Cholos Choleadores pueden insultar y despotricar contra su propia
identidad? Esto es un claro ejemplo de una sociedad con problemas graves, con limitada educación, con valores no
cultivados, sin esencia, sin identidad; una sociedad que se pierde en la ignorancia y su propia vorágine desculturalizada.
Lamentablemente ese país existe y se llama Perú, el país de los Cholos Choleadores, donde se ha perdido respeto por la
persona, por la identidad, por la cultura; por nuestros orígenes.
Solamente queda refugiarnos en la
esperanza de que algún día esta sociedad mejore hacia el respeto, la inclusión social, el amor entre peruanos, el aplaudir
por los peruanos emergentes. Queremos un país pluricultural que respete
nuestra diversidad cultural y se elimine toda forma que alimente al racismo. Es
una tarea ardua de todos los peruan@s, en construir una sociedad donde nosotros los cholos sintamos orgullo por nosotros
mismos. Sintamos orgullo y respeto por nuestros cholos emergentes; por Corazón Serrano, que representa la
identidad cultural de un país que está siendo
construido por los provincianos.
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