GRANDES HIDROELECTRICAS:
EXPERIENCIAS NO TAN GRATAS EN AMÉRICA
Por: Elmer Antonio Torrejón Pizarro
Hace un par de
meses escribí un análisis sobre el Proyecto Hidroeléctrico Chadin 2 que
respondía a la visión de desarrollo de un país grande como el Brasil y donde demandaba
diálogo y participación democrática de los involucrados para conocer los
impactos sociales, ecológicos, económicos, climáticos, etc. Revisando
literatura sobre hidroeléctricas en América, me encuentro que en los últimos
años y décadas, se han promovido grandes represas para paliar la demanda de
energía y agua.
Aproximadamente
existen más de trescientos proyectos de este tipo en nuestra América, la
mayoría construidas sin procesos que respeten la sostenibilidad ambiental y
garanticen la participación pública de los involucrados. Ello ha conllevado
que se produzcan serios impactos negativos a nivel ambiental y sobre los
derechos humanos de las personas y comunidades.
En la Cuenca del
Marañón se está proyectando construir una veintena de represas para usos
energéticos principalmente; y en Amazonas específicamente, se busca
construir hidroeléctricas como Chadin 2, Cumba, Rentema, entre otros. Las
organizaciones e instituciones que apoyan estos proyectos como el gobierno
Regional de Amazonas y Odebrecht, anuncian en todos los medios, con millonaria publicidad (incluyen comerciales
radiales de niños dialogando sobre las “bondades” de estos proyectos) los
impactos positivos; más no los impactos negativos de la puesta en marcha de
estos proyectos. Veamos las experiencias*.
1.
Yacyretá: Proyecto binacional entre Argentina y
Paraguay de los años 80 sobre el río Paraná con 3,200 MW de capacidad. Desde su inicio el Banco mundial y el BID ya
habían identificado los daños sociales y ambientales que afectó gravemente a
miles de personas, y las medidas de compensación y mitigación todavía están
pendientes. A pesar de ello, los gobiernos buscan ampliar el nivel de la
represa.
2.
Río Madeira: Ubicado
entre Bolivia y Brasil con 3,300
MW de capacidad. Contempla varias hidroeléctricas a implementarse sobre
comunidades indígenas y campesinas vulnerables. Proyecto dentro de la Iniciativa
de Integración de Infraestructura Regional de Sur América (IIRSA).
3.
Baba: Proyecto ubicado
en el Ecuador entre los ríos Baba y Toachi con una capacidad de 42 MW. La Corte Constitucional
de este país ha pedido revisar el Estudio de Impacto Ambiental (EIA) debido a
las graves fallas y la falta de consulta e información apropiada con las
comunidades afectadas. Lamentablemente el proyecto continúa.
4.
Chan-75: Este proyecto se
está desarrollando en Panamá dentro de los territorios de las comunidades
indígenas Ngöbe. Ubicada
sobre el río Changuinola y con una capacidad de 223 MW. Las comunidades
indígenas no han sido consultadas ni informadas apropiadamente; más aún, el
proyecto afectará al Parque Binacional La Amistad declarado Patrimonio Mundial
de la Humanidad por la UNESCO debido a su biodiversidad.
5.
La Parota: Proyecto ubicado en México que se ubica sobre el río
Papagayo y con una capacidad de 900
MW. Serán afectadas comunidades indígenas y campesinas en un total de 25,000
personas. Proyecto con fallas en los procesos de consulta, EIA y posibles
riesgos sísmicos. El gobierno mexicano ha suspendido la construcción del
proyecto por la presión popular y acciones legales de las comunidades.
Son
cinco experiencias de grandes represas hidroeléctricas que afectan a comunidades campesinas, nativas y el
sistema ecológico de los espacios donde se están desarrollando. Grandes
proyectos que al igual que en el
Marañón, tienen y tendrán los siguientes impactos negativos, y que
lamentablemente eso no se informa y
la población muy poco la conoce:
· La calidad y salubridad del agua empeorará tanto río arriba como río abajo ya que se modificará artificialmente las cuencas hidrográficas, bloqueando el curso natural.
· La calidad y salubridad del agua empeorará tanto río arriba como río abajo ya que se modificará artificialmente las cuencas hidrográficas, bloqueando el curso natural.
·
Se degradarán los ecosistemas acuáticos y
conllevará impactos a la biodiversidad; por ejemplo, se afectará la migración
de los peces y animales terrestres. También se deforestará grandes
hectáreas de bosques y la pérdida de sus elementos bióticos y abióticos.
·
A nivel climático aumentará la emisión de gases
invernadero causados por la descomposición de materia orgánica inundada por
la obra e impacto en la seguridad y productividad de las represas por
cambios drásticos en precipitaciones y sequías.
·
Efectos
sísmicos pueden producir alta presión del agua del embalse o derrumbes,
reactivando las fallas geológicas a los alrededores del proyecto.
·
Se afecta los derechos de las personas de
comunidades campesinas y nativas. Derechos consagrados en el marco jurídico
de las Naciones Unidas y la Organización de Estados Americanos. En su mayoría
estos proyectos desconocen las normas del derecho internacional ambiental y los
derechos humanos.
· Represar agua afecta directamente a la salud produciendo enfermedades debido a la acumulación de sedimentos tóxicos, transmisión de enfermedades como dengue o malaria por agua acumulada e insectos.
· Represar agua afecta directamente a la salud produciendo enfermedades debido a la acumulación de sedimentos tóxicos, transmisión de enfermedades como dengue o malaria por agua acumulada e insectos.
·
Se pierde las fuentes de alimentación y formas de
vida tradicionales porque los peces migrarán o desaparecerán; la biomasa
animal migra y desaparece en muchos casos en las zonas afectadas, la
agricultura de la zona se desplaza; en suma, se modifica la vida a los
alrededores del proyecto.
·
Otro impacto son los desplazamientos forzados
de personas y comunidades enteras, vulnerando sus derechos humanos a la libre
circulación, propiedad, vivienda y fuentes de alimentación.
·
Implementación de manera inadecuada de las
evaluaciones de impacto ambiental y social de manera integral, que limita la identificación,
análisis y posteriormente reducción y eliminación de posibles daños ambientales
y sociales.
·
En estos proyectos lamentablemente, no se permite a
las comunidades afectadas la oportunidad de participar activamente, de
manera real y objetiva; es decir, no hay o es limitada la consulta y
participación pública. Muchos de los pobladores y comunidades afectadas, no
tienen conocimiento de estos proyectos o es limitado el acceso a la
información. Estas acciones negativas, son estrategias de las empresas
constructoras y gobiernos involucrados, pero están estas instituciones para
prácticas “asistencialistas” con regalos y dádivas a la población como una
manera de “esconder” los impactos negativos y solicitar la “aceptabilidad”
social.
·
También durante la construcción de las represas, se
asentarán cientos de trabajadores que generarán depredación de bosques y
contaminación, como también negocios ilegales alrededor de la zona como la
minería ilegal, prostitución y trata de personas. Más aun, se podría producir “criminalización
de la protesta social”, debido al hostigamiento o procesos judiciales
contra los pobladores que protestan o reclaman la violación de sus derechos y
la destrucción sistemática de su ecología.
Como observamos,
este artículo intenta mostrar la “otra cara de la moneda”, aquella cara
que no tiene publicidad millonaria, ni apoyo de las autoridades
nacionales o regionales. Cara que muy poco es conocida por la
población y sus comunidades afectadas, o que intencionalmente no se les
quiere hacer conocer. La construcción de hidroeléctricas quizás no sean
negativas si son económicamente viables, socialmente aceptables y; cultural
y ecológicamente sostenibles; o que respondan a la visión del de desarrollo
del país y nuestros departamentos. Lamentablemente esto no ocurre, según las
experiencias analizadas.
Menos mal que las
grandes represas no son las únicas opciones para atender la demanda de
energía ya que existen múltiples alternativas para la producción de energía de
manera viable, aceptable y sostenible como el uso eficiente de energía en
hogares, empresas e industrias; uso de energías renovables como la energía
solar, eólica, geotérmica o pequeñas hidroeléctricas.
Los amazonenses ya
estamos advertidos, y tenemos otras alternativas para conocer los impactos
de las hidroeléctricas. Igual que en mi artículo anterior, solicito Debate
Regional, donde participen los pobladores y comunidades afectadas
principalmente, y toda la población amazonense para conocer estos
megaproyectos. No es una exigencia, es nuestro derecho como amazonenses.
* Para el análisis de este
artículo se ha tomado como fuente primaria el informe: “Grandes Represas en América. ¿Peor el Remedio que la Enfermedad?,
de Jacob
Kopas y Astrid Puentes Riaño.
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