sábado, 6 de septiembre de 2014

DUDAS QUE MATAN

Por: Mirbel Epiquién Rivera
 
Hagamos un ejercicio lícito de dudar para llegar a conclusiones poco idealistas y que tienen mucho más de realidad material que de hechos no probados pero deducibles, como siempre se dice en  el argot jurídico.
“Justicia honorable, País respetable” reza el dicho del Poder Judicial del Perú, pero vamos,  desde siempre el Poder Judicial fue de las instituciones más desacreditadas del país, sus niveles de desaprobación alcanzan el 70%, es decir, sólo 3 de cada 10 peruanos tienen confianza en este poder del Estado. ¿A quiénes echamos la culpa de esta triste realidad?, ¿a la gente mal intencionada?, ¿a los medios de comunicación?, ¿a los que no salieron favorecidos en las sentencias?, o quizá a los miles de jueces que no tuvieron y no tienen reparos en estirar la mano y recibir la “colaboración” del que desea usar la vía alterna de la justicia, esa vía que siempre es usada por los autores del delito. ¿Acaso los jueces garantizan hoy en día imparcialidad en los procesos?, ¿acaso  no es lícito tener dudas de todas las resoluciones que emite el Poder Judicial o sus órganos especiales?, ¿acaso no tenemos derecho a exigir el cumplimiento de la ley, el debido proceso, el derecho a la defensa y la justicia real?
¿Cómo no dudar por ejemplo de la “imparcialidad” del Jurado Electoral Especial de Chachapoyas, conformado por personal del Poder Judicial que coordina con otro juez miembro del Jurado Electoral Especial de Bongará que actualmente es pareja de la responsable de la campaña política de un candidato reconocido por toda la prensa nacional como sospechoso de lavado de activos y tráfico de drogas?, ¿no es acaso nuestro derecho ciudadano dudar de la imparcialidad de estos órganos electorales?, o es que sencillamente debemos callar y creer que son la Madre de Teresa de Calcuta y sus misioneritas de la caridad.
Es decir que ahora no solo debemos creer en todo lo que nos digan, sino también debemos estar calladitos, porque si no el mismo Poder Judicial y sus jueces nos demandan. En algún momento las cosas se invirtieron, los que deberían garantizarnos justicia ahora son los demandantes y nosotros, los ciudadanos libres y sujetos de derecho, los demandados. Al menos nosotros trabajamos dignamente y llevamos la comida a nuestras mesas con el sudor de nuestra frente, no nos construimos mansiones lujosas, compramos carros del año y propiedades o vivimos una vida de ricos con dinero teñidos de sangre, con olor a opio o con las lágrimas de miles de miserables gentes que no pudieron pagar la “justicia” que este poder del Estado remata sin vergüenza.
¿Miedo?, ya no tenemos miedo a los que dicen regular la justicia, les tenemos compasión por haber traicionado ese ideal de la justicia que enseñaba Platón y del cual se derivaban todas las virtudes humanas. Tenemos miedo sí a que este departamento se convierta en un nuevo VRAEM, en un Ancash de la era Álvarez o una miserable región en dónde manden las mafias y la corrupción, a eso sí le tenemos miedo, no a las amenazas de personas o instituciones que no tienen la credibilidad moral para hablar de justicia.

1 comentario:

  1. Lo que se evidencia que mas allá de los resultados inmediatos, en la administración publica, mas en el poder judicial, las manzanas podridas son mayoría y queda un trabajo, desde aquí mi gratitud a los que valientemente pueden enfrentarlo, pero estoy consciente que es un trabajo de largo aliento.

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