LAS “ECONOMÍAS” QUE RESCATARÁN NUESTRA ECONOMÍA
Por: Mirbel Epiquién Rivera
La economía es
una ciencia que trata de entender el comportamiento de las sociedades e
individuos en el logro de sus necesidades básicas. En este proceso de análisis
científico se formulan teorías y modelos
que deberán ser contrastados empíricamente con la realidad, si uno de estos
modelos demuestra ajustarse a la realidad entonces la teoría de la cual deriva
será tomada como cierta. No obstante, las
teorías no son inmutables y por lo tanto los modelos que interpretan la realidad
tampoco.
Las sociedades y
sus entornos siempre cambian. Este es un principio natural que muchos se
resisten a aceptar y tratan de mantener viejos paradigmas conceptuales. El
miedo a lo diferente o la posibilidad de perder privilegios puede llevarnos a
defender ideas y prácticas peligrosas para la sociedad y su entorno. Es el caso
de la actual economía neoclásica
capitalista, cuyo principal afectado ha
resultado ser la naturaleza, pero también ha tenido impactos poco
alentadores en la sociedad, desde la pérdida de valores asociados a la vida
comunal hasta comprobados desequilibrios emocionales de la gente. Por un lado se
incrementan las rentas per cápita y al mismo tiempo aumenta el individualismo,
la insatisfacción material y la soledad. Asimismo, crece el PBI y al mismo tiempo disminuye la cooperación social y el
desarrollo colectivo.
Sin embargo no
todo está perdido, en un mar de
preceptos capitalistas que solo incentivan la acumulación de riqueza y la
competitividad aparecen propuestas económicas que buscan la equidad de derechos,
el bienestar común o el trabajo colectivo. Voy a referirme brevemente a tres experiencias económicas alternativas
que conozco de primera fuente, esperando con ello que renazcan las esperanzas
en que estas “economías” pueden rescatar nuestra economía.
Comités de vigilancia de la cuenca del río Tahuayo
(Loreto)
En el corazón de
la Amazonia peruana se encuentra el río Tahuayo, a 4 horas en deslizador desde
la ciudad de Iquitos. En esta cuenca hay un conjunto de comunidades campesinas
e indígenas que desde hace un poco más de 20 años decidieron controlar su territorio y sus recursos.
El motivo que los impulsó a hacerlo es que en cierto momento estaban a punto de
presenciar un desastre ecológico y social. Cientos de pescadores foráneos
ingresaban todos los días a extraer peces en el río y en las cochas, otra gente
cazaban animales y extraían madera, claro está, sin pedir permiso a nadie. Los
animales, los peces, la madera, el aguaje y todo lo que se podía vender era extraído sin conmiseración.
Era fines de los
años ochenta y un grupo de campesinos que vivían en las márgenes del río se
organizaron en comités de vigilancia.
A través de un conjunto de acuerdos establecidos en asamblea comunal, estos
comités empezaron a controlar el uso de recursos y sancionar a los infractores
de los acuerdos comunales. Estas prácticas de control comunal hicieron que con
el tiempo los animales regresaran, se incrementaran
las poblaciones de peces y desaparecieran los conflictos sociales. Todo
este esquema de auto-regulación se convirtió en clásico ejemplo de economía
social que se pretendió replicar muchas veces en otros lugares pero con poco
éxito ¿Por qué? Pues por la ausencia
de los elementos clave de la experiencia del Tahuayo; gente organizada, aprendizaje participativo (ensayo-error),
ajuste de estrategias, sanciones efectivas, liderazgo y capacidad de decisión.
Empresas cooperativas
Soy socio de una
cooperativa de ahorro y crédito. Para muchos esto puede sonar a “chino”, pero
por ejemplo, las empresas que lograron superar fácilmente la gran crisis
financiera mundial de los años 2008 – 2009 en Estados Unidos (USA) fueron las empresas comunales o también
denominadas cooperativas. Mientras que el resto de empresas quebraban, las
cooperativas lograban mantenerse a flote, ¿el
secreto?: estas empresas no tenían un dueño, eran propiedad de todos sus socios y así como se compartían los beneficios, también se compartieron los riesgos.
En las cooperativas no hay empleados que puedan irse cuando el barco esté por
hundirse, hay socios, que remarán y
remarán hasta que el barco salga a flote. Una cooperativa está guiada por
principios rectores de economía solidaria;
adhesión voluntaria y abierta, gestión democrática (los directivos son socios),
autonomía e independencia, interés comunal, participación de los beneficios
económicos, educación y formación continua.
El movimiento
cooperativista en otras partes del mundo es fuerte. Países como Ecuador,
Brasil, Bolivia, Argentina y Venezuela tienen sólidas empresas cooperativas. En Perú el cooperativismo fue duramente
perseguido y golpeado por las reformas económicas emprendidas por Fujimori
en los años 90. La intención fue desaparecerlas, pero felizmente no lo lograron
del todo y hoy siguen allí, incólumes, resistiendo en medio de muchas voces que
tratan de estigmatizarlas.
Asociaciones
educativas
La educación es
la base del cambio social, eso lo sabe literalmente todo el mundo, y también es
una fuente de recursos económicos, dirían otros. No hay que ser muy perspicaces
para darse cuenta que algunos mal llamados emprendedores se aprovecharon de las
necesidades de educación para ofrecer gato por liebre. Colegios, institutos y
universidades que prometían llevarnos al éxito en la vida resultaron ser solo fachadas de negocios mercantilistas
que poco o nada contribuyen al desarrollo integral del país, con muy pocas
excepciones claro. Las estadísticas son elocuentes, las capacidades de los
egresados de muchos colegios y universidades particulares son penosamente
inferiores al de instituciones estatales, parroquiales y asociaciones sin fines
de lucro.
Hace unos meses con
un grupo de padres y maestros afines a la pedagogía
Waldorf se logró crear una asociación educativa (Das Goethehaus) para jardín de
niños y nivel primario. La idea es que los padres financian, con las pensiones,
los costos administrativos y el pago a los docentes. Al mismo tiempo el
gobierno del colegio se da a través de una junta
de padres y maestros que se denomina “junta gestora”. Las tareas se realizan a través de comisiones
de trabajo en donde participan los padres de todos los grados. A medida que los
niños y niñas avanzan con su educación, los padres, y eventualmente los
maestros, son reemplazados por nuevos padres y maestros que ingresan al colegio.
En ningún momento se habla de utilidades económicas porque no hay una intención
de lucro, la calidad educativa es lo único que importa y el dinero excedente se
usa para mejorar la calidad del servicio.
He mostrado solo
tres experiencias económicas que brindan bienestar a la gente en tres
diferentes rubros. Es por ello que cuando escucho que solo la inversión privada
salvará al país, o que los inversionistas se irán si osamos reclamar nuestros
derechos y otras sandeces prefabricadas, solo atino a pensar en la imagen de don
Gilberto Flores, balanceándose en una hamaca de su casa frente a la quebrada
Blanco, en el Tahuayo. Él y sus paisanos lograron
revertir un escenario que muchos daban ya por perdido; convocando,
convenciendo y trabajando crearon un modelo
de desarrollo alternativo en medio de la selva y a partir de escombros.
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