viernes, 22 de agosto de 2014

LAS “ECONOMÍAS” QUE RESCATARÁN NUESTRA ECONOMÍA

Por: Mirbel Epiquién Rivera
 
La economía es una ciencia que trata de entender el comportamiento de las sociedades e individuos en el logro de sus necesidades básicas. En este proceso de análisis científico se formulan teorías y modelos que deberán ser contrastados empíricamente con la realidad, si uno de estos modelos demuestra ajustarse a la realidad entonces la teoría de la cual deriva será tomada como cierta. No obstante, las teorías no son inmutables y por lo tanto los modelos que interpretan la realidad tampoco.
Las sociedades y sus entornos siempre cambian. Este es un principio natural que muchos se resisten a aceptar y tratan de mantener viejos paradigmas conceptuales. El miedo a lo diferente o la posibilidad de perder privilegios puede llevarnos a defender ideas y prácticas peligrosas para la sociedad y su entorno. Es el caso de la actual economía neoclásica capitalista, cuyo principal afectado ha resultado ser la naturaleza, pero también ha tenido impactos poco alentadores en la sociedad, desde la pérdida de valores asociados a la vida comunal hasta comprobados desequilibrios emocionales de la gente. Por un lado se incrementan las rentas per cápita y al mismo tiempo aumenta el individualismo, la insatisfacción material y la soledad. Asimismo, crece el PBI y al mismo tiempo disminuye la cooperación social y el desarrollo colectivo.
Sin embargo no todo está perdido,  en un mar de preceptos capitalistas que solo incentivan la acumulación de riqueza y la competitividad aparecen propuestas económicas que buscan la equidad de derechos, el bienestar común o el trabajo colectivo. Voy a referirme brevemente a tres experiencias económicas alternativas que conozco de primera fuente, esperando con ello que renazcan las esperanzas en que estas “economías” pueden rescatar nuestra economía.
Comités de vigilancia de la cuenca del río Tahuayo (Loreto)
En el corazón de la Amazonia peruana se encuentra el río Tahuayo, a 4 horas en deslizador desde la ciudad de Iquitos. En esta cuenca hay un conjunto de comunidades campesinas e indígenas que desde hace un poco más de 20 años decidieron controlar su territorio y sus recursos. El motivo que los impulsó a hacerlo es que en cierto momento estaban a punto de presenciar un desastre ecológico y social. Cientos de pescadores foráneos ingresaban todos los días a extraer peces en el río y en las cochas, otra gente cazaban animales y extraían madera, claro está, sin pedir permiso a nadie. Los animales, los peces, la madera, el aguaje y todo lo que se podía vender era extraído sin conmiseración.
Era fines de los años ochenta y un grupo de campesinos que vivían en las márgenes del río se organizaron en comités de vigilancia. A través de un conjunto de acuerdos establecidos en asamblea comunal, estos comités empezaron a controlar el uso de recursos y sancionar a los infractores de los acuerdos comunales. Estas prácticas de control comunal hicieron que con el tiempo los animales regresaran, se incrementaran las poblaciones de peces y desaparecieran los conflictos sociales. Todo este esquema de auto-regulación se convirtió en clásico ejemplo de economía social que se pretendió replicar muchas veces en otros lugares pero con poco éxito ¿Por qué? Pues por la ausencia de los elementos clave de la experiencia del Tahuayo;  gente organizada, aprendizaje participativo (ensayo-error), ajuste de estrategias, sanciones efectivas, liderazgo y capacidad de decisión.
Empresas cooperativas
Soy socio de una cooperativa de ahorro y crédito. Para muchos esto puede sonar a “chino”, pero por ejemplo, las empresas que lograron superar fácilmente la gran crisis financiera mundial de los años 2008 – 2009 en Estados Unidos (USA) fueron las empresas comunales o también denominadas cooperativas. Mientras que el resto de empresas quebraban, las cooperativas lograban mantenerse a flote, ¿el secreto?: estas empresas no tenían un dueño, eran propiedad de todos sus socios y así como se compartían los beneficios, también se compartieron los riesgos. En las cooperativas no hay empleados que puedan irse cuando el barco esté por hundirse, hay socios, que remarán y remarán hasta que el barco salga a flote. Una cooperativa está guiada por principios rectores de economía solidaria; adhesión voluntaria y abierta, gestión democrática (los directivos son socios), autonomía e independencia, interés comunal, participación de los beneficios económicos, educación y formación continua.
El movimiento cooperativista en otras partes del mundo es fuerte. Países como Ecuador, Brasil, Bolivia, Argentina y Venezuela tienen sólidas empresas cooperativas. En Perú el cooperativismo fue duramente perseguido y golpeado por las reformas económicas emprendidas por Fujimori en los años 90. La intención fue desaparecerlas, pero felizmente no lo lograron del todo y hoy siguen allí, incólumes, resistiendo en medio de muchas voces que tratan de estigmatizarlas.
Asociaciones educativas
La educación es la base del cambio social, eso lo sabe literalmente todo el mundo, y también es una fuente de recursos económicos, dirían otros. No hay que ser muy perspicaces para darse cuenta que algunos mal llamados emprendedores se aprovecharon de las necesidades de educación para ofrecer gato por liebre. Colegios, institutos y universidades que prometían llevarnos al éxito en la vida resultaron ser solo fachadas de negocios mercantilistas que poco o nada contribuyen al desarrollo integral del país, con muy pocas excepciones claro. Las estadísticas son elocuentes, las capacidades de los egresados de muchos colegios y universidades particulares son penosamente inferiores al de instituciones estatales, parroquiales y asociaciones sin fines de lucro.
Hace unos meses con un grupo de padres y maestros afines a la pedagogía Waldorf se logró crear una asociación educativa (Das Goethehaus) para jardín de niños y nivel primario. La idea es que los padres financian, con las pensiones, los costos administrativos y el pago a los docentes. Al mismo tiempo el gobierno del colegio se da a través de una junta de padres y maestros que se denomina “junta gestora”.  Las tareas se realizan a través de comisiones de trabajo en donde participan los padres de todos los grados. A medida que los niños y niñas avanzan con su educación, los padres, y eventualmente los maestros, son reemplazados por nuevos padres y maestros que ingresan al colegio. En ningún momento se habla de utilidades económicas porque no hay una intención de lucro, la calidad educativa es lo único que importa y el dinero excedente se usa para mejorar la calidad del servicio.
He mostrado solo tres experiencias económicas que brindan bienestar a la gente en tres diferentes rubros. Es por ello que cuando escucho que solo la inversión privada salvará al país, o que los inversionistas se irán si osamos reclamar nuestros derechos y otras sandeces prefabricadas, solo atino a pensar en la imagen de don Gilberto Flores, balanceándose en una hamaca de su casa frente a la quebrada Blanco, en el Tahuayo. Él y sus paisanos lograron revertir un escenario que muchos daban ya por perdido; convocando, convenciendo y trabajando crearon un modelo de desarrollo alternativo en medio de la selva y a partir de escombros.
 

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