COPENHAGUE Y AMAZONAS, MÁS CERCA QUE NUNCA
Por: Mirbel Epiquién Rivera
A fines del año pasado, en la ciudad Copenhague, capital de Dinamarca, se llevó a cabo la XV Cumbre Mundial sobre el Cambio Climático. Allí se reunieron los líderes de gobierno de casi todo el planeta para definir políticas y compromisos vinculantes (obligatorios) con respecto al ya evidente cambio climático de la tierra. Como bien sabemos, la cumbre fue calificada por los especialistas como un fracaso, ya que no se llegaron a tomar decisiones realistas y objetivas sobre la reducción de gases invernadero, principales causantes del incremento de la temperatura en el planeta. El “sabotaje” estuvo conducido por los Estados Unidos y los principales países emergentes, económicamente hablando: India, China, Brasil y Sudáfrica.
Mientras tanto, al otro lado del mundo, en el Perú, el Presidente enviaba a la cumbre al Ministro del Ambiente. El ministro manifestó, horas después de la fracasada negociación, que el presidente tenía buen olfato político y que por eso no había asistido al evento, como si se tratara de un tema coyuntural, y no de algo trascendental para la vida en el planeta. Incluso semanas antes, el presidente desmentía al panel intergubernamental de la ONU, argumentando que el cambio climático es algo natural y que eso se solucionaría construyendo reservorios debajo de los nevados.
Al margen de las opiniones políticas, fundadas o infundadas, y de los intereses económicos, el hecho es que el cambio climático es real y ya convivimos con el. En lo que va del siglo XXI (2000-2007) la temperatura promedio global se ha elevado en 0,65º C respecto a la temperatura promedio de la primera mitad del siglo XX, y de acuerdo con Tyndall Center, una institución interdisciplinaria de investigación del clima, el Perú se encuentra entre los diez países más vulnerables ante eventos climáticos derivados del incremento de la temperatura, junto a países como Honduras, Bangladesh y Venezuela. Esta vulnerabilidad, de acuerdo a un informe del Banco Central de Reserva del Perú (2009), está asociada a la alta dependencia del país a sectores primarios sensibles al clima, tales como la agricultura, la pesquería, la recolección o la ganadería, así como por el bajo nivel institucional, que dificulta la planificación y ejecución de acciones de adaptación concretas.
Por otro lado, en el mismo informe se plantean modelos, en donde se encuentran impactos diferenciados para los departamentos vulnerables. En este modelo se incluyen a los departamentos con una participación promedio de su PBI agrícola respecto al PBI total mayor o igual a 20%. Así se clasifican como vulnerables a las regiones de Amazonas, Apurímac, Ayacucho, Cajamarca, Huanuco y San Martín. En general, de acuerdo al informe, se manifiesta que el país tiene una gran vulnerabilidad ante las variaciones climáticas; perdiendo más de 15 mil hectáreas en cada campaña agrícola por efectos climáticos asociados, (niño y sequías). Esto equivale a costos promedios calculados en 390 millones de soles por campaña.
Se ha reportado que entre los cultivos que reportan mayores pérdidas asociadas a eventos climáticos adversos en las doce últimas campañas agrícolas están la papa, el maíz amiláceo, maíz amarillo duro, el arroz y el plátano. Muchos de estos se producen en gran parte de Amazonas. Por otro lado, el impacto de los cambios del clima en la salud esta relacionada a las enfermedades transmitidas por vectores (malaria) o por uso de agua (cólera), en enfermedades dermatológicas y respiratorias agudas. Como podemos ver, el impacto del cambio climático es mucho más fuerte en sectores vulnerables, y teniendo en cuenta que nuestra región alcanza niveles superiores al 60% de pobreza, no podemos dejar de asegurar que nos encontramos en una situación de grave riesgo para los próximos años y décadas.
Sin embargo, si bien es cierto que las emisiones globales de gases invernadero del Perú es escasa: 0.4% del total, no debemos dejar de priorizar las políticas orientadas a la adaptación y reducción de vulnerabilidades y en segundo plano las políticas de mitigación. Por otro lado, la gran biodiversidad del país y su potencial para generar proyectos ambientales nos ubica en una posición estratégica para negociar proyectos de reducción de emisiones con países desarrollados que sí tienen compromisos obligatorios. Amazonas tiene allí una gran ventaja de negociación, ya que gran parte de su territorio son bosques naturales, 70% de Amazonas esta cubierto de bosques. Pero para ello debemos empezar a detener el proceso de deforestación, que nos ha convertido, junto a San Martín, en los dos departamentos con mayor tasa de deforestación a nivel nacional, con 1,250, 586. 80 ha deforestadas.
Según el informe del BCR, en un escenario pasivo, el costo total desde el 2009 al 2050 del cambio climático asciende a un valor que se encuentra entre US $ 729,8 y 855,8 miles de millones; equivalente a casi 6 y 7 veces el PBI del 2008. Es decir, que para el al año 2025, el daño económico generado por el Cambio Climático significaría una pérdida aproximada de 10.000 millones de dólares anuales, lo que equivale al 4.4% del PBI. Si al 2004, el gasto público en educación y salud, representó el 4,3% del PBI, ya debemos de dejar de pensar en este asunto como solamente un tema de ambientalistas.
Mientras tanto, al otro lado del mundo, en el Perú, el Presidente enviaba a la cumbre al Ministro del Ambiente. El ministro manifestó, horas después de la fracasada negociación, que el presidente tenía buen olfato político y que por eso no había asistido al evento, como si se tratara de un tema coyuntural, y no de algo trascendental para la vida en el planeta. Incluso semanas antes, el presidente desmentía al panel intergubernamental de la ONU, argumentando que el cambio climático es algo natural y que eso se solucionaría construyendo reservorios debajo de los nevados.
Al margen de las opiniones políticas, fundadas o infundadas, y de los intereses económicos, el hecho es que el cambio climático es real y ya convivimos con el. En lo que va del siglo XXI (2000-2007) la temperatura promedio global se ha elevado en 0,65º C respecto a la temperatura promedio de la primera mitad del siglo XX, y de acuerdo con Tyndall Center, una institución interdisciplinaria de investigación del clima, el Perú se encuentra entre los diez países más vulnerables ante eventos climáticos derivados del incremento de la temperatura, junto a países como Honduras, Bangladesh y Venezuela. Esta vulnerabilidad, de acuerdo a un informe del Banco Central de Reserva del Perú (2009), está asociada a la alta dependencia del país a sectores primarios sensibles al clima, tales como la agricultura, la pesquería, la recolección o la ganadería, así como por el bajo nivel institucional, que dificulta la planificación y ejecución de acciones de adaptación concretas.
Por otro lado, en el mismo informe se plantean modelos, en donde se encuentran impactos diferenciados para los departamentos vulnerables. En este modelo se incluyen a los departamentos con una participación promedio de su PBI agrícola respecto al PBI total mayor o igual a 20%. Así se clasifican como vulnerables a las regiones de Amazonas, Apurímac, Ayacucho, Cajamarca, Huanuco y San Martín. En general, de acuerdo al informe, se manifiesta que el país tiene una gran vulnerabilidad ante las variaciones climáticas; perdiendo más de 15 mil hectáreas en cada campaña agrícola por efectos climáticos asociados, (niño y sequías). Esto equivale a costos promedios calculados en 390 millones de soles por campaña.
Se ha reportado que entre los cultivos que reportan mayores pérdidas asociadas a eventos climáticos adversos en las doce últimas campañas agrícolas están la papa, el maíz amiláceo, maíz amarillo duro, el arroz y el plátano. Muchos de estos se producen en gran parte de Amazonas. Por otro lado, el impacto de los cambios del clima en la salud esta relacionada a las enfermedades transmitidas por vectores (malaria) o por uso de agua (cólera), en enfermedades dermatológicas y respiratorias agudas. Como podemos ver, el impacto del cambio climático es mucho más fuerte en sectores vulnerables, y teniendo en cuenta que nuestra región alcanza niveles superiores al 60% de pobreza, no podemos dejar de asegurar que nos encontramos en una situación de grave riesgo para los próximos años y décadas.
Sin embargo, si bien es cierto que las emisiones globales de gases invernadero del Perú es escasa: 0.4% del total, no debemos dejar de priorizar las políticas orientadas a la adaptación y reducción de vulnerabilidades y en segundo plano las políticas de mitigación. Por otro lado, la gran biodiversidad del país y su potencial para generar proyectos ambientales nos ubica en una posición estratégica para negociar proyectos de reducción de emisiones con países desarrollados que sí tienen compromisos obligatorios. Amazonas tiene allí una gran ventaja de negociación, ya que gran parte de su territorio son bosques naturales, 70% de Amazonas esta cubierto de bosques. Pero para ello debemos empezar a detener el proceso de deforestación, que nos ha convertido, junto a San Martín, en los dos departamentos con mayor tasa de deforestación a nivel nacional, con 1,250, 586. 80 ha deforestadas.
Según el informe del BCR, en un escenario pasivo, el costo total desde el 2009 al 2050 del cambio climático asciende a un valor que se encuentra entre US $ 729,8 y 855,8 miles de millones; equivalente a casi 6 y 7 veces el PBI del 2008. Es decir, que para el al año 2025, el daño económico generado por el Cambio Climático significaría una pérdida aproximada de 10.000 millones de dólares anuales, lo que equivale al 4.4% del PBI. Si al 2004, el gasto público en educación y salud, representó el 4,3% del PBI, ya debemos de dejar de pensar en este asunto como solamente un tema de ambientalistas.
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