ANTE EL CAMBIO CLIMÁTICO UN PERÚ ECOLÓGICO
Por: Elmer Antonio Torrejón Pizarro
El Perú ha sido
bendecido con ingentes recursos ecológicos y es hoy considerado como uno de los
países con mayor biodiversidad y ecosistemas en el planeta. Su geografía
permite la presencia de diversos microclimas tanto es así que de las 117 zonas
de vida reconocidas en el mundo, 84 se encuentran en el Perú, donde albergan aproximadamente
25 000 especies de flora y 5 000 de fauna; muchas de ellas en extinción como la
uña de gato, el mono de cola amarilla o el oso de anteojos. Sus cordilleras y
bosques de neblina, producen agua que discurre a través de ríos y sostiene a
poblaciones enteras que necesitan de los ríos para cultivar sus chacras,
producir energía, criar animales, pescar; en suma, vivir.
El reto del país
es su futuro desarrollo humano y crecimiento económico, acompañado del respeto,
conservación, puesta en valor y potenciamiento de su medio ambiente. Ese
desarrollo y crecimiento tiene que correr paralelamente con la conservación de nuestra ecología, y
desde el Estado hay que seguir realizando los esfuerzos necesarios para llegar
al bicentenario siendo un modelo de país ecológico.
El planeta está
agonizando, la contaminación y deforestación sus principales causantes. Según
la ONG ambientalista Greenpeace, cada dos segundos se destruye una superficie
de bosque primario equivalente a un campo de futbol y cada año se pierde una
superficie de bosque equivalente al tamaño de Portugal (90 mil kilómetros
cuadrados). En el Perú se destruye anualmente 250 mil hectáreas de bosques, sin
valorar su importancia en la producción de oxígeno, agua y alimentos, reguladores
del clima y desastres naturales; proporcionan madera, papel y medicinas, controlan la contaminación, son el hábitat de
animales y plantas; y sobretodo, es el “hogar” de comunidades nativas que
dependen directamente de estos recursos para su sobrevivencia.
El cambio
climático cada día afecta la convivencia humana, los países que más sufren los
estragos son justamente aquellos con alta biodiversidad y zonas de vida diversa
como el Perú. Por ello es necesario que el Estado implemente y fortalezca
políticas para hacer frente a esta problemática. Existen diversas acciones para
contrarrestar esta situación, y entre ellas está la expansión de áreas
naturales protegidas, la formalización de los territorios indígenas y el
derecho a la consulta, la capacitación permanente en materia de protección y
conservación; y una nueva y ágil institucionalidad nacional y regional de
conservación de bosques, en el actual momento de boom extractivo que vive el
país, para contrarrestar la informalidad y conflictos sociales.
En las últimas
dos décadas el Estado peruano ha dado un gran paso al conceder propiedad legal
de aproximadamente 6 400 millones de hectáreas de bosques a las comunidades
indígenas, pero no es suficiente. Este accionar tiene su lógica racional porque
son justamente estas comunidades las que históricamente han sido los
conservadores del lugar donde viven, de sus bosques, de su ecología. Basado en
sus cosmovisiones y prácticas ancestrales, han mantenido el respeto y valor por
esos árboles, animales o ríos que les proporcionan alimento, vivienda,
vestimenta y salud. Un paradigma a replicar en
las poblaciones urbanas que desde hace buen tiempo rompió el circuito
armónico con su naturaleza.
Para el Perú y
sus instituciones existe un gran reto llamado articulación, y consiste
justamente en fortalecer los lazos entre organismos públicos y privados, a
través de acciones conjuntas y transversales para abordar el tema climático,
ecológico y medioambiental haciendo que las familias y comunidades de la
amazonia, el ande o la costa, sean los principales impulsores de la
conservación y puesta en valor de sus recursos ecológicos y medio ambientales.
Cada familia,
cada comunidad, el Estado pleno; deben estar conscientes de la importancia que
tiene el medio ambiente donde conviven, y tomar las medidas necesarias para que
el cambio climático afecte en lo menos posible sus actividades. Los próximos
años serán determinantes para el rumbo del planeta en materia medioambiental, y
el Perú con todo su potencial ecológico, no puede estar exento de las acciones
que se están desarrollando. Por ello es ineludible fortalecer desde las
políticas públicas, la implementación de acciones referidas a la conservación y
no contaminación, y son las familias y comunidades el núcleo primordial desde
donde deben partir estas acciones. Un reto necesario para el Estado peruano, sus
políticas y nosotros sus ciudadanos.
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