miércoles, 23 de enero de 2013

LA POLITICA NO ES PARA LOS “POLITIQUEROS”

Por: Elmer Antonio Torrejón Pizarro
 
Es lamentable ver las encuestas y opiniones de la ciudadanía sobre el concepto que tienen de la política en nuestro país. La política peruana ha caído en la más profunda desconfianza y animadversión por parte justamente de ciudadanos, que vemos en la política un canal para asignar nuestro poder, a representantes que administrarán ese poder para dar solución a las problemáticas. Son estos representantes, nuestros “políticos improvisados e informales”, los que acentúan la preocupante condición de la actual política peruana, los que han hecho de la política un medio para satisfacer necesidades personales u familiares, postrando el concepto y accionar político a una paupérrima situación y desacreditación generalizada por parte de la ciudadanía. Estos “politiqueros”, nunca entendieron ni entenderán la política. El “politiquero” solo entiende que el poder asignado a su persona, es para mejorar su calidad de vida y de sus allegados.
Pero la política, la “política verdadera” no es mala, no es nauseabunda como lo creemos o como nos lo han hecho creer generacionalmente. La política es una ciencia social que nace “científicamente” allá por el siglo V a.c.; en los albores de una polis ateniense, una de las ciudades de la Cultura Griega. Justamente un griego como Aristóteles definió “naturalmente” al hombre como un animal político. Las definiciones clásicas de la política están referidas al “ejercicio del poder”. El sociólogo Max Weber definía por ejemplo a la política como una vocación, donde las personas aspiran el poder ya sea entre el Estado o dentro de un Estado. Weber definía la política relacionada directamente con el accionar de un Estado.
Sobre política se ha escrito y dicho en demasía a nivel teórico y práctico. La “verdadera política” es la gestión del poder, emanado de los ciudadanos, para mejorar las condiciones de vida de las poblaciones. Una gestión del poder por parte de los representantes elegidos democráticamente. Como lo menciona Sinesio López, esa capacidad de dirección, diseño y gestión de la acción política dentro de determinados marcos institucionales y de determinadas condiciones estructurales para obtener algunos resultados deseados: desarrollo, democracia, estabilidad, eficacia y efectividad, gobernabilidad, integración sistémica, integración social. En suma: calidad de vida.
La política tiene su pilar principal en la democracia participativa y su herramienta principal en la gobernabilidad, a través de la legitimidad y representatividad institucional. Pero lamentablemente en el Perú, esta “política verdadera” esgrimida en este corto análisis, no son entendidas por la pléyade de “politiqueros” que nos representan y gobiernan (salvo honrosas excepciones de “verdaderos políticos” que da gusto escucharlos y valorar sus acciones, y que no necesariamente son autoridades).
En la política, siempre se debe velar por el bien común, por el bienestar de los ciudadanos. Pero veamos nuestra realidad política, “politiqueros” que nunca entendieron y nunca entenderán la “política verdadera”. A decir, los “politiqueros” que representan la política peruana: Congresistas y ex congresistas “comepollos”, “planchacamisas”, “robacables”, traficantes de terrenos, apañadores de proxenetas y ahora “cuidamadres”, hasta Susy Díaz nos representó; todavía quedan tres años para seguir conociéndolos. Ministros y exministros “pegamujeres”, perseguidos por embaucar al Estado (época Fujimorista), posesionarios de Burdeles (época Toledista), los “petroaudios” y culpables del baguazo (época Aprista). Presidentes Regionales y Consejeros  que no saben gestionar adecuadamente sus recursos, menos gestionar el poder a través de proyectos sociales y de desarrollo que mejoren la calidad de vida de sus pueblos. Solo buscan “ganarse alguito” (el “diezmo”) en proyectos y obras. Que solo su gestión sirve para pagar los “favores políticos” de campaña. No entienden ni la definición de la “política verdadera”, menos sus funciones como político; pero si como “politiqueros” para el beneficio propio. Hay gobiernos regionales como San Martín o Moquegua que si saben gestionar el poder político en beneficio de sus ciudadanos.
Alcaldes Provinciales y Distritales que a diferencia de otras épocas, gozan de recursos, pero lamentablemente y en la mayoría de los casos no saben qué hacer con los mismos. La política para la mayoría de los alcaldes se resume en construir una placita, con una pileta mistificando a la “estatua de la libertad”, rodeada de luces discotequeras y al lado una imponente arquitectura municipal; mientras que sus niños y niñas juegan a los alrededores, con altas tasas de desnutrición, van a escuelas que se están cayendo a pedazos y regresan a sus casas solo a dormir, porque no encuentran comida, ni agua; menos luz eléctrica. Las autoridades locales, representantes políticos de sus pueblos, miran el desarrollo a base de cemento y fierro; claro son obras que les rinden beneficios personales en la mayoría de los casos. Estas autoridades casi nunca escucharon de la gestión del poder, de proyectos sociales y de desarrollo; no conocen lo que representa la “verdadera política” representativa.
Como mencioné en anteriores análisis, la culpa de asignar el poder a estos “politiqueros”, recae en tres actores: Primero, en nosotros los ciudadanos que no sabemos elegir autoridades, en representantes políticos, que entiendan la gestión del poder para mejorar la calidad de vida de sus votantes. Tenemos mucho de culpa y es necesario que también nosotros entendamos y conozcamos lo que es la “política verdadera”. La política no es regalar nuestro voto a “politiqueros” por un polo, una bolsa de azúcar, un tarro de leche, una cerveza o una fiesta popular rimbombante.
En Segundo lugar, la culpa recae en un sistema electoral que ha conllevado a elegir representantes que a veces no representan adecuadamente a su población; es necesario realizar ajustes en los temas de “distritos electorales y “voto preferencial”. Además el JNE debería fortalecer sus filtros para que nos representen verdaderos políticos, en base a una meritocracia; y no “politiqueros” que cuenten con antecedentes penales, judiciales y policiales o estén adeudando al Estado. 
En Tercer lugar están los partidos políticos, que deberían ser los llamados a  ejercer la política y ofrecer a los diversos representantes y autoridades que los ciudadanos elegirán. La debilidad institucional de nuestros partidos ahonda la crisis de gobernabilidad y representatividad en el país. Los partidos políticos deberían buscar y fortalecer la formación de las preferencias de los ciudadanos haciéndolas dinámicas, permitiendo de esa manera que los diversos grupos sociales expresen sus intereses y canalicen sus demandas por medio de los partidos y eligiendo "verdaderos políticos" y no "politiqueros" tal como es nuestro actual escenario "pseudopolítico".
Entendamos que la política no es la práctica que hacen los “politiqueros”, no es para el beneficio personal o de los allegados; la “verdadera política” es buscar el bien común, es el poder representado y legitimado que te confiere la población para hacer de tu distrito, de tu provincia, de tu región y país un espacio de convivencia y calidad de vida. La política es el poder para construir espacios, donde el desarrollo y la gestión sostenible sea la bandera de los representantes elegidos; sea la bandera de los “verdaderos políticos.

domingo, 6 de enero de 2013

LAS “PERLITAS” DE NUESTRO "CONGREZOO"
 
Por: Elmer Antonio Torrejón Pizarro


Es muy lamentable el accionar que sosteniblemente vienen desempeñando los congresistas, nuestros “padres de la patria” (prefiero ser huérfano antes que sean modelos de padre). En los últimos meses hemos visto un conjunto de “metidas de pata” que han ido carcomiendo y erosionando el prestigio de una institución clave para la representación ciudadana, como lo es el Congreso.
Existen variadas acciones negativas: no han consensuado para la elección de los máximos representantes del BCR o la Defensoría del Pueblo; quisieron “estropear” con un viaje el litigio marítimo en la Haya; han emergido congresistas “comepollos”, “robacables”, “planchacamisas” y hasta apañadores de la prostitución infantil. Es decir, faltaría tiempo nombrar sus “pauperrimas” gestiones, pero al momento de consensuar sobre “su bolsillo” todos se ponen de acuerdo para elevarse los sueldos sin pagar tributos al Estado, como todos lo hacemos. En un país donde los maestros, médicos o policías demandan adecuados niveles salariales; estos “padres de la patria”, en plenas fiestas de fin de año, nos sorprenden (aunque ya no son sorpresas sus torpezas) poniéndose un jugoso sueldo.
Lo lamentable de estos hechos del "Congrezoo", es que debilitan aun más ya nuestra resquebrajada Democracia. Estos que se hacen llamar “políticos”, ponen en riesgo la institucionalidad y representatividad de una entidad que nominalmente (y no funcionalmente) viene a representar al pueblo: el Congreso de la República. Ahora, la política como “gestión del poder para mejorar las condiciones de vida de la población”, naturalmente no es entendida de esta manera por la mayoría de nuestros congresistas (salvo rarísimas excepciones de algunos congresistas que si merecen nuestro respeto), que aprovechan de la política y del voto que les confiere el pueblo, para juramentar por DIOS Y POR LA PLATA.
No puede ser que la debilidad democrática de nuestro país, sea representada por “pseudo políticos” que no entienden lo que es la gestión del poder, no entienden lo que es la representatividad democrática e institucionalidad; menos entienden y escuchan el rechazo y clamor de sus votantes que dicen: Basta con esta farsa de congresistas improvisados y deslegitimizados moralmente.
Que lamentable son las justificaciones de algunos que salen a la palestra a defender el aumento de sus sueldos: “Si quieren un buen Congreso, páguenos bien”; “Necesito más dinero para comprar calaminas”; “No me alcanza para hacer mis viajes, y tengo que pagar con mi bolsillo”, etc. Si estas personas van a seguir representándonos, pues creo que en cualquier momento nuestra Democracia representativa va a sufrir “su tiro de gracia” con el cierre del Congreso, la cual sería una imagen negativa para el país tan solo por el hecho de elegir Congresistas, que cuando son candidatos; “compran los votos” por una bolsa de arroz, un polo, una botella de licor o una fiesta popular.
Qué gran culpa de esta situación, de tener estos congresistas, lo tenemos nosotros los votantes; pero también la culpa recae en un sistema electoral que necesita reajustarse para tener representantes capacitados y probos en la gestión del poder para nuestra representación nacional. Es absurdo pensar que elevar los gastos de representación va a mejorar la calidad de gestión congresal, cuando el problema serio es la “calidad” de congresistas que tenemos, que no saben cuál es su función y encima dizque nos representan.
Otra gran parte de la responsabilidad los tienen los partidos políticos débiles. Son ellos los que “reclutan” personajes potenciales, sin experiencia política, sin conocimiento en gestión; pero con el poder de comprar con dinero el curul y de “taquito” pagar la campaña. La debilidad de los partidos es preocupante y es necesaria la intervención del Estado para resarcir esta problemática; como se hace en otros países.
Qué triste y hasta nauseabundo fue ver la semana pasada que el Consejo Directivo del Parlamento haya ratificado este aumento del sueldo; hay que decirlo con todas sus letras, NO ES BONO DE REPRESENTACIÓN, ES AUMENTO DE SUELDO. Personajes como Víctor Isla, Presidente del Congreso, Cenaida Uribe, Luis Iberico (a quien creía que era la excepción), José Luna (el que cobra un sol pero se llevará 15,234 nuevos soles a su sueldo, ¿Será para apoyar la revocatoria a la alcaldesa?), Mauricio Mulder (otro que se me está cayendo) y Héctor Becerril, un fujimorista, dizque representante de Amazonas, lamentablemente de mi Región (se me cae la cara de vergüenza), que no se conoce que hace por Amazonas, y más bien es conocido por sus peleas y vociferaciones en el "Congrezoo"; nada más, un cero a la izquierda.
Creo incondicionalmente en la institucionalidad y representatividad del Congreso de la Republica para fortalecer la democracia, creo en algunos congresistas que si son dignos de sacarse el sombrero y cumplen adecuadamente su función; pero teniendo a la mayoría de representantes, por no decir a todos; votando para subirse el sueldo (una torpeza más que corona el año 2012 como ineptitud e incapacidad congresal); solo puedo decir que para el 2013 la democracia representativa seguirá de picada y que DIOS…, digo el “Congrezoo NOS COJA CONFESADOS”.