martes, 13 de julio de 2010

LOS BOSQUES NO ESTÁN SECOS, SON BOSQUES SECOS
.
Por: Mirbel Epiquién Rivera
.

¿Cómo es un bosque seco?, me preguntó Vanessa alguna vez. Un bosque seco es como un esfuerzo de la naturaleza en crear vida en lugares con condiciones difíciles, le respondí. Vanessa se quedó pensando un momento y luego me dijo: ¿En Amazonas también hay bosques secos?. Por su puesto que sí, le respondí; mira por la ventana. Al otro lado del bus se extendían los hermosos bosques que se encuentran en la ruta de Bagua Grande hacia Chiclayo.

Un bosque seco es una formación vegetal con hierbas, arbustos y árboles, como cualquier otro bosque, pero que sin embargo se ubican en zonas con altas temperaturas, bajos niveles de precipitación (lluvias), y alto niveles de evaporación. La vegetación y la fauna que viven en este tipo de ecosistemas se han adaptado evolutivamente a sobrevivir en tales condiciones, para ello por ejemplo muchas plantas han perdido las hojas y han sido reemplazadas por espinas, de esa manera evitan la transpiración y pérdida de agua que se hace a través de las hojas. El agua en estos bosques es un elemento valiosísimo, por lo que muchas plantas han elaborado estrategias de almacenamiento, es el caso de los cactus, las euforbias o los agaves. Por su parte, los animales tienen una rutina de vida nocturna, porque a esas horas las temperaturas son más frescas y hay menos pérdida de calor por el sol abrazador.

Se podrían escribir muchos textos sobre estos hermosos ecosistemas, como el funcionamiento del efecto nodriza (plantas que permiten el crecimiento de otras al darles sombra), o la coevolución entre plantas-animales para garantizar la permanencia de vida en estos ambientes, pero eso será en otra oportunidad, lo que queremos dejar en claro con estas líneas es dónde y porqué debemos cuidar nuestros bosques secos de Amazonas.

Tal como se mencionó líneas arriba, uno de los bosques más hermosos y de gran extensión son los que se encuentran en Bagua Grande y Bagua, justo en ambos márgenes del río Utcubamba y el Marañón, al decir verdad, gran parte de las áreas cercanas al río Marañón son formaciones vegetales secas, desde matorrales hasta bosques, esta condición va cambiando a medida que el Marañón se adentra a las selvas de Bagua y Condorcanqui. La otra zona en donde se pueden encontrar pequeños parches de bosques secos es en la cuenca media del río Utcubamba, exactamente entre la zona de Churuja y Montevideo.

El valor de estos bosques aún no ha sido reconocido, a tal punto que muy pocos se preocupan en protegerlos. Quizá una de las condiciones para poder cuidarlos es saber que estas formaciones vegetales evitan el avance de la desertificación, al constituirse como barreras naturales en los procesos de degradación de los suelos. Otro valor de fácil reconocimiento es que son la despensa de energía (leña) y reguladores del microclima para las poblaciones locales, basta con sentarse un rato bajo del sol y otro bajo los arbustos para poder entender como funciona este fenómeno.

Así es pues, nuestros bosques secos son lugares de gran belleza natural y de mucha importancia para nuestra vida local, lamentablemente en los últimos años se ha venido destruyendo paulatinamente, se ve por ejemplo con mucha pena que en la ruta Bagua Grande hacia Corral Quemado, o hacia Bagua, grandes extensiones de bosque seco reducidos a cero, quemados y abandonados. Por otro lado, en la cuenca media del Utcubamba podemos ver como se destruyen los pequeños remanentes de bosque para sembrar cultivos que a los pocos años ya no funcionan (por la escasez de lluvias y por las altas pendientes), y ni siquiera se intenta dejar en pie los árboles que viven al costado del río, un crimen más que ecológico, ya que esta deforestación ribereña y de los bosques contiguos están provocando cambios en el curso del río y aumento de la erosión en la cuenca, lo que a la larga aumenta el riesgo de desastres naturales. Toda una pena, pobreza, ignorancia y ambición unidas hacia la destrucción.

Felizmente hay algunos héroes casi anónimos que nos dan la esperanza, estas personas entendieron el valor de estos bosques y emprendieron una lucha contra todo y todos para poder cuidarlos. Es el caso de un buen amigo, “Perico” Heredía, quien junto a su madre, doña “Lolita” como se le dice de cariño, decidieron proteger su propiedad, ubicada frente al poblado de Nogalcucho, en la ruta a Leymebamba, y reconocerla como un área de conservación privada, al cual han denominado ACP “Milpuj – La Heredad”. “Perico” ha logrado, con visión y creatividad, construir un hermoso albergue turístico, rodeado de cactus, acacias y taras, que garantizan una estadía inolvidable, y que nos demuestran que con buenas ideas y sacrificio se puede vivir de la naturaleza sin hacerle daño. Buena voz por “Perico” y por los bosques secos de Amazonas.

Vanessa se durmió y despertó más alla de Olmos. Al despertar divisó por la ventana y me dijo: ¿Tan poco he dormido? ¡Seguimos en la misma zona!, ¡No!, le dije, estos son los bosques secos de Lambayeque, pero eso es ya otra historia.