lunes, 9 de junio de 2014

MI VOZ: REMEMBRANZAS DE UN BLASVALERINO

Por: Elmer Antonio Torrejón Pizarro

 
“Hijo levántate ya, tu papá te espera para que vayan al Blas Valera”, me decía mi madre en los años 90. Yo vivía en Luya y tenía que caminar hasta Lamud para estudiar en el glorioso Colegio Blas Valera. Mi padre Marino Torrejón, profesor de Historia del Perú y Geopolítica del colegio, ya me esperaba con su bicicleta y sus libros para recorrer juntos el inolvidable trayecto hacia el colegio; rodeado de chacras, arboles y pencas, junto al río Jucusbamba y al compás del sonido de las aves.
Me acuerdo mucho de mis amig@s luyanos, caminando bajo un intenso sol o una torrencial lluvia; pero cumpliendo nuestro deber de estudiantes. Íbamos a veces jugando y otras veces leyendo y repasando el cuaderno porque teníamos examen de matemática con el profesor Víctor Ampuero, un gran docente de las fórmulas y números. Llegábamos al colegio, alegres y ansiosos porque era todo un orgullo entrar al colegio, ver el busto de nuestro padre blasvalerino y el patio de honor rodeado de sus salones. Qué lindo y sentimental era observar a las hermosas alumnas del Blas Valera, nuestro corazón palpitaba a mil.
Son las 8 de la mañana y nos formábamos en fila, encabezaba la formación de mi salón, era el más pequeño, aunque meses después fui brigadier de un grado. Silencio total después de cantar el himno nacional, el director del colegio, el profesor Hermógenes Montenegro (el DIRECTOR que extrañamos porque dejo historia educativa) nos daba una cátedra en el patio ceremonial, sobre qué es ser blasvalerino. ¡Qué orgullo!, se hinchaba mi pecho escuchar al director y en cada formación, sentía a mi colegio dentro de mi corazón.
Ingresamos a los salones y lunes me tocaba Literatura con el profesor Antenor Chuquizuta, me enseñó a conocer a todos los autores de la literatura nacional y mundial, no importaba si salía a dictar su clase desde el pasadizo de uno de los pabellones. ¡Qué personalidad! Miércoles por la tarde, curso de Historia Universal con el recordado profesor Alejandro Chávez Paredes -“Chepe”, una eminencia que nos dio a conocer la historia del mundo; con él aprendí que más allá de Lamud o Luya, existían culturas diversas de nuestro pasado.
Viernes, cerrando semana, tenía Educación Cívica y la profesora Lira Mori me enseño el respeto a nuestra patria, a los derechos y deberes de las personas. Mi padre, Marino Torrejón, me enseñaba Historia del Perú los jueves. Más allá de su rol de padre, lo admiré y respeté siempre como docente. Lo dicen sus ex alumnos: “Fue un gran profesor”. Mi padre me enseñó a vivir y conocer al Perú. Mi profesión actual de antropólogo y analista de la realidad social, se lo debo a él, como padre y docente.
Vienen a mi memoria, docentes ilustres del Blas Valera como Teresa Cisneros, Patrocinio Santillán, el padre Pablo Ventura, Napoleón Rojas Pisco, la profesora Adela Valdivia, Laura Chuquizuta, Miguel Villarreal, Idelso Carrión, Lucho Castro, Marino Gupioc, Celso Gallac y muchos otros profesores que marcaron la huella blasvalerina, disculpen de todo corazón si no les menciono; pero les recuerdo con nostalgia a todos y todas. Muchos blasvalerinos exitosos estamos eternamente agradecido de ustedes.
Este 6 de junio nuestro colegio cumple 57 años de convivencia institucional y educativa con su pueblo de Lamud y la provincia de Luya. En este aniversario recordamos que Blas Valera fue uno de los colegios más insignes a nivel regional y macro regional. Ocupaba siempre los primeros puestos en los concursos de ciencias y letras, en proyectos educativos, en juegos deportivos, en arte y cultura. Nuestro colegio siempre se distinguió por su disciplina, formación ética y su gallardía en los desfiles; pero lo valorábamos más por su enseñanza y calidad educativa, reconocida siempre en Amazonas.
Inclusive, personalmente participé en un concurso de Literatura a nivel regional con una veintena de colegios, que orgullo sentía en ese momento ser blasvalerino. El colegio marcó una época en la historia de Amazonas, hoy los ex alumnos y amazonenses que conocimos esta historia, y formamos parte de ella; lo recordamos con mucha nostalgia.
Hoy en este su aniversario, los exblasvalerinos también sufrimos y lloramos porque ese colegio que rememoramos, ya no es el mismo de antes. Su reconocida calidad educativa se debilitó y hasta desapareció, su disciplina y formación ética hoy solo es un recuerdo grato; y sus aulas, patio y pabellones; bueno su infraestructura, solo son ruinas que hacen caer una lagrima a cada blasvalerino que observa su aposento educativo de antaño.
En esta remembranza, no quiero culpar a nadie en particular por la actual situación del Colegio Blas Valera. Solo sé que las causas de este contexto son estructurales que van desde las autoridades nacionales, regionales y locales; pasando por las autoridades educativas y terminando en nosotros, como blasvalerinos, lamudinos y luyanos. Somos también parte del problema.
Esperemos que en los próximos meses se haga realidad la construcción del colegio. Pero ambicionemos más. Por encima de la construcción de una mole de infraestructura, bonita y bien pintada, con piscina y canchas deportivas; necesitamos reconstruir y posicionar la CALIDAD EDUCATIVA y FORMACIÓN ÉTICA de nuestro colegio Blas Valera, como lo tuvo hace muchos años atrás.
Los recuerdos y la historia de nuestro colegio, que sirvan como paradigmas en la construcción de un Blas Valera ideal, tal como los lamudinos y luyanos lo queremos, tal como los amazonenses lo ansiamos. Retomemos la estirpe intelectual, responsabilidad educativa y calidad humana de sus docentes, retomemos el deber educativo y moral de sus ex alumnos, retomemos el trabajo con ahínco de sus administrativos.
Como blavalerino, esta es mi voz y debo mucho lo que soy a mi colegio. La tarde caía en el Blas Valera, recuerdo que antes estudiábamos mañana y tarde. Mi padre me esperaba para regresar a Luya, le decía: “Papá yo voy caminando con mis amig@s, ve tranquilo”. Me contestaba: “Elmer, mañana tenemos examen, te apuras para estudiar el cuaderno y los libros de historia”. Dejábamos al colegio bajo el manto de la intelectualidad, por la carretera íbamos comentando nuestras clases y ocurrencias de alumnos, el ruido de los grillos y el revoloteo de luciérnagas nos indicaban que ya llegó la noche; al día siguiente el Blas Valera nos esperaba nuevamente entre su seno, para educarnos y enseñarnos sobre la vida.
¡Feliz 57 Aniversario Colegio Blas Valera!

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