lunes, 22 de abril de 2013

INSEGURIDAD CIUDADANA ESTRUCTURAL. RESPONSABILIDAD DE TODOS
 
Por: Rudecindo Vega Carreazo

 
La inseguridad es violencia manifiesta que daña o mata o violencia latente que carcome. Intranquiliza, inmoviliza, encierra; llena de rejas la casa, la calle, la ciudad. La inseguridad no permite vivir como gente. La inseguridad nos limita e impide realizarnos como personas. La inseguridad no permite vivir con dignidad. La inseguridad es, hace un buen tiempo, identificada por los peruanos como uno de los principales problemas del país. No estamos seguros en las carreteras, en la calle, en el barrio, en un lugar público, en un local comercial, en el trabajo, en fin, no estamos seguros ni en nuestra casa.
La inseguridad se expande territorialmente a todo lado, urbano o rural; se diversifica en múltiples formas, un asesinato, un asalto, una violación, un robo, una estafa, bulling en los colegios, etc.; se masifica en diferentes estratos sociales altos, medios o bajos; se vuelve más sofisticada, ingresa en el hogar hasta virtualmente; se recrea en todas las dimensiones, políticas, económicas, culturales, ambientales;  se fortalece día tras día. Ya no es un acto o conjunto de actos aislados y particulares. Es un fenómeno integral convertido prácticamente en un proceso nacional. Así debemos enfocarlo. Ni subestimarlo ni sobredimensionarlo. Hay quienes dirían que la inseguridad en el Perú de hoy es sistémica, que la inseguridad es estructural.
La inseguridad ciudadana estructural tiene que ser enfrentada integralmente. Ha dejado de ser tarea exclusiva de la Policía y del Gobierno, ha dejado de ser tarea sólo del Estado. El Estado recurre a la Policía, a la Fuerza Armada, ha creado a nivel municipal los serenazgos e incluso, paradoja de la modernidad, el Estado contrata vigilancia privada. La sociedad civil ha creado sus rondas campesinas y urbanas, ha creado sus Comités de Vigilancia y sus Comités de Autodefensa, ha creado empresas privadas de seguridad, ha creado organizaciones con ex licenciados y reservistas de las FFAA. Todo funciona por su propia cuenta, todo funciona de manera independiente. Cada quien quiere resolver el problema a su manera, según su propio criterio. Un mínimo de organización delincuencial encuentra su reino en la desarticulación institucional y comunal.
Necesitamos articulación en todos los niveles. Digo articulación y no solo coordinación. Articulación en los tres niveles de gobierno: nacional, regional y local; articulación de la Policía con los serenazgos municipales, articulación de la policía y los serenazgos con empresas de seguridad privadas; articulación de la policía, los serenazgos, las empresas de seguridad privadas con las rondas campesinas y organizaciones sociales. En fin articulación de lo institucional con las diferentes iniciativas empresariales y ciudadanas. La seguridad, por supuesto que es tarea de todos, pero que sea seria y articulada, que salga del discurso al hecho concreto. Cada institución, cada organización debe tener su rol y función. No podemos seguir, bajo el amparo de la real descoordinación en nombre de la coordinación, en el circulo vicioso del gran bonetón de echar la culpa siempre al otro.
La seguridad es sanción pero también prevención. Pero la sanción más allá de su drasticidad debe cumplirse; así como la prevención más allá de la precaución debe ser efectiva. La sanción es principalmente institucional, la prevención institucional y ciudadana. Ambas deben ir juntas, integradas. Tenemos estructuras para castigar pero no para prevenir. Una buena política de comunicación que brinde información, capacitación y articulación con los medios de comunicación es un buen mecanismo de prevención. Legislación hay, recursos hay, instituciones hay, mecanismos e instrumentos para castigar y prevenir hay. Queda entonces implementarlos creativamente.
La seguridad requiere equipamiento; sin duda, pero sobre todo requiere organización e inteligencia. Fortalecer y mejor implementar la policía y los serenazgos municipales; fortalecer y apoyar a las rondas y organizaciones ciudadanas con equipamiento básico (linternas, ponchos, radios, botas) y su histórico pedido de seguro; promover la participación ciudadana de manera organizada e institucionalizar la prevención y; articular la seguridad privada son extraordinarios mecanismos que optimizan la existencia de más patrulleros y armas. Podemos sacar mejor provecho a cada sol de inversión. Mirando otras experiencias podemos ahorrarnos dinero y tiempo. La experiencia de seguridad ciudadana comunitaria de Nicaragua, con sus diversos problemas, puede sernos útil en el Perú.
Si la inseguridad ciudadana es responsabilidad de todos, la seguridad ciudadana debe ser tarea de todos. Que el Estado y el gobierno nos lideren en este esfuerzo.

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