INSEGURIDAD CIUDADANA ESTRUCTURAL. RESPONSABILIDAD DE TODOS
Por: Rudecindo Vega Carreazo
La inseguridad es violencia manifiesta que daña o mata o violencia
latente que carcome. Intranquiliza, inmoviliza, encierra; llena de rejas la
casa, la calle, la ciudad. La inseguridad no permite vivir como gente. La
inseguridad nos limita e impide realizarnos como personas. La inseguridad no
permite vivir con dignidad. La inseguridad es, hace un buen tiempo,
identificada por los peruanos como uno de los principales problemas del país.
No estamos seguros en las carreteras, en la calle, en el barrio, en un lugar
público, en un local comercial, en el trabajo, en fin, no estamos seguros ni en
nuestra casa.
La inseguridad se expande territorialmente a todo lado, urbano o
rural; se diversifica en múltiples formas, un asesinato, un asalto, una
violación, un robo, una estafa, bulling en los colegios, etc.; se masifica en
diferentes estratos sociales altos, medios o bajos; se vuelve más sofisticada, ingresa
en el hogar hasta virtualmente; se recrea en todas las dimensiones, políticas,
económicas, culturales, ambientales; se
fortalece día tras día. Ya no es un acto o conjunto de actos aislados y
particulares. Es un fenómeno integral convertido prácticamente en un proceso
nacional. Así debemos enfocarlo. Ni subestimarlo ni sobredimensionarlo. Hay
quienes dirían que la inseguridad en el Perú de hoy es sistémica, que la
inseguridad es estructural.
La inseguridad ciudadana estructural tiene que ser enfrentada
integralmente. Ha dejado de ser tarea exclusiva de la Policía y del Gobierno,
ha dejado de ser tarea sólo del Estado. El Estado recurre a la Policía, a la
Fuerza Armada, ha creado a nivel municipal los serenazgos e incluso, paradoja
de la modernidad, el Estado contrata vigilancia privada. La sociedad civil ha
creado sus rondas campesinas y urbanas, ha creado sus Comités de Vigilancia y
sus Comités de Autodefensa, ha creado empresas privadas de seguridad, ha creado
organizaciones con ex licenciados y reservistas de las FFAA. Todo funciona por
su propia cuenta, todo funciona de manera independiente. Cada quien quiere resolver
el problema a su manera, según su propio criterio. Un mínimo de organización
delincuencial encuentra su reino en la desarticulación institucional y comunal.
Necesitamos articulación en todos los niveles. Digo articulación y
no solo coordinación. Articulación en los tres niveles de gobierno: nacional,
regional y local; articulación de la Policía con los serenazgos municipales,
articulación de la policía y los serenazgos con empresas de seguridad privadas;
articulación de la policía, los serenazgos, las empresas de seguridad privadas
con las rondas campesinas y organizaciones sociales. En fin articulación de lo
institucional con las diferentes iniciativas empresariales y ciudadanas. La
seguridad, por supuesto que es tarea de todos, pero que sea seria y articulada,
que salga del discurso al hecho concreto. Cada institución, cada organización
debe tener su rol y función. No podemos seguir, bajo el
amparo de la real descoordinación en nombre de la coordinación, en el circulo
vicioso del gran bonetón de echar la culpa siempre al otro.
La seguridad es sanción pero también prevención. Pero la sanción más
allá de su drasticidad debe cumplirse; así como la prevención más allá de la
precaución debe ser efectiva. La sanción es principalmente institucional, la
prevención institucional y ciudadana. Ambas deben ir juntas, integradas.
Tenemos estructuras para castigar pero no para prevenir. Una buena política de
comunicación que brinde información, capacitación y articulación con los medios
de comunicación es un buen mecanismo de prevención. Legislación hay, recursos
hay, instituciones hay, mecanismos e instrumentos para castigar y prevenir hay.
Queda entonces implementarlos creativamente.
La seguridad requiere equipamiento; sin duda, pero sobre todo
requiere organización e inteligencia. Fortalecer y mejor implementar la policía
y los serenazgos municipales; fortalecer y apoyar a las rondas y organizaciones
ciudadanas con equipamiento básico (linternas, ponchos, radios, botas) y su
histórico pedido de seguro; promover la participación ciudadana de manera
organizada e institucionalizar la prevención y; articular la seguridad privada
son extraordinarios mecanismos que optimizan la existencia de más patrulleros y
armas. Podemos sacar mejor provecho a cada sol de inversión. Mirando otras
experiencias podemos ahorrarnos dinero y tiempo. La experiencia de seguridad
ciudadana comunitaria de Nicaragua, con sus diversos problemas, puede sernos
útil en el Perú.
Si la inseguridad ciudadana es responsabilidad de todos, la
seguridad ciudadana debe ser tarea de todos. Que el Estado y el gobierno nos
lideren en este esfuerzo.
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