LOS CONFLICTOS NO SON MALOS; NO SABER RESOLVERLOS SI
Ni en el Perú ni
en ninguna parte; los conflictos, cualquiera sea su naturaleza: políticos,
sociales, laborales, ambientales, económicos,
son malos. Por el contrario;
expresan oportunidades de crecimiento y desarrollo si son resueltos. Lo que es
malo y pernicioso, es la falta de instrumentos, voluntad o capacidad de
resolverlos.
La Defensoría
del Pueblo, reporta en el Perú, desde hace unos años atrás, la existencia
permanente de más de 200 conflictos sociales, entre activos y latentes. Muchos conflictos subsisten y sobreviven los
periodos gubernamentales dentro de un contexto de sostenible crecimiento
económico y sostenible reducción de la pobreza y en un proceso de reinstitucionalización
democrática. Qué seria del Perú, si el tratamiento de dichos conflictos hubiera
tenido mejor cauce.
Hay diversas
maneras de resolver los conflictos: la violenta, incluso mediante el uso
“legal” de la fuerza es una de ellas; también la concertada y dialogada es otra
forma de solución. Entre una y otra hay un abanico de posibilidades. Algunas
veces es necesario recurrir a la fuerza, sin embargo, ella no puede ni debe ser
el mecanismo por excelencia.
El Perú tiene
una rica experiencia democrática en enfrentar conflictos, aprendida
dolorosamente en los últimos años. Es cuestión de aprovecharla. Bueno sería
para el país, optimizar, simultáneamente los siguientes instrumentos:
1. Audiencias Públicas o Diálogos
Descentralizados Sectoriales. Eventos regionales o locales de cada sector con
las autoridades locales y regionales y las organizaciones sociales para atender
in situ la problemática sectorial. Existe la experiencia de Audiencias Públicas
del actual Premier cuando era Ministro del Interior y los Diálogos
Descentralizados del Ministerio de Trabajo y del Ministerio de la Producción.
2. Ministerios Itinerantes. Los
Ministros y Viceministros recorren el país identificando, iniciando,
supervisando o inaugurando proyectos y obras u acciones sectoriales. Los
pueblos sienten y festejan la presencia de las autoridades nacionales como
sufren y cuestionan su ausencia. El gobierno puede y debe estar presente en el
país.
3. Consejos de Ministros
Descentralizados. Fue una buena práctica emprendida, un poco tarde en el gobierno
de Toledo, abandonada durante el gobierno de García y que podría ser el
instrumento distintivo del gobierno del Presidente Humala. Nada mejor para los departamentos
que tener a todo el Ejecutivo resolviendo concertadamente sus problemas en su propio
territorio.
4. Mesas de Dialogo y Mesas de
Trabajo. Constituidas para temas específicos a nivel territorial o sectorial
casi siempre cuentan con la participación de las autoridades locales,
regionales, nacionales y algunas organizaciones sociales. Establecen líneas de
orientación y acción o abordan proyectos y obras específicos. Se convierten en
perniciosas cuando sus acuerdos solo quedan en papel, no concretan nada o dilatan
el cumplimiento de sus acuerdos.
5. Acuerdo Nacional. Espacio
político de dialogo y concertación útil para definir políticas de carácter
nacional y abordar temas candentes de coyuntura. Creado por Toledo, usado por García
y recurrido por la oposición y sociedad civil cuando era necesario. Ojala el
Presidente fortalezca este espacio. Hay más por ganar que perder.
Todos estos instrumentos caracterizan una gestión pública ágil,
dinámica, descentralizada, desconcentrada, participativa. Su optimización
institucionalizada consolidaría el crecimiento económico, instauraría la
inclusión social y haría sostenible la reducción de la pobreza y propiciaría el
fortalecimiento democrático. Es la Hoja de Ruta para la Gran Transformación.
La sabiduría
bíblica enseña que no hay nada nuevo bajo el sol. La experiencia gubernamental
peruana lo confirma. Concertar y dialogar requiere fuerte y solida autoridad,
porque implica ser reconocido y aceptado. Como escribiera Jorge Basadre: “Que
el Perú no se pierda por la acción o inacción de los peruanos”.
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