LA LÍNEA DIFUSA ENTRE LO POLÍTICO Y LO TÉCNICO
Por: Mirbel Epiquién Rivera
En los últimos meses, como causa de los
rebrotes de conflictividad social, hemos escuchado recurrentemente como se
divide un determinado tema entre lo técnico y lo político. El cambio del primer
gabinete de este gobierno se dice que obedecía a criterios más técnicos que
políticos, incluso el Primer Ministro mencionó que este era un gabinete más técnico que político. Los peritos extranjeros
que hicieron una evaluación en Conga mencionaban que estaban haciendo un
trabajo técnico y no político. Finalmente,
las protestas en Cajamarca y El Espinar fueron señaladas (a manera de
acusación) como políticas más no técnicas. ¿Pero qué significa actuar técnica o
políticamente?, ¿Cómo se dividen estos aspectos en la gestión pública?, ¿Es
criticable actuar de una u otra manera?.
Recuerdo que hace unos años, en mi paso por
una institución pública, tenía como parte de mi equipo laboral a una entusiasta
abogada. Cada vez que se presentaba un problema algo complejo de entender en
términos metodológicos o procedimentales ella me decía; “eso te lo dejo a ti porque
es un tema técnico”. Siempre me pregunté ; ¿los asuntos legales,
administrativos u otros que escapasen del análisis científico per se no tenían
técnica?. Si entendemos como técnico al conjunto de procedimientos y protocolos
por el cual se pretende alcanzar un resultado proyectado entonces pocas serían
las acciones del ser humano que no necesitan de técnica alguna.
Sin embargo es importante contextualizar la discusión. En Perú se ha generalizado la
idea de que solamente las autoridades elegidas
o designadas por un poder son los únicos que pueden pensar y actuar
políticamente. Y que los demás miembros de la sociedad, o acatan las decisiones
del “político” o juegan sólo un rol “técnico”. Como si la política fuese un
privilegio de un reducido grupo de personas que tienen las fórmulas mágicas
para solucionar nuestros problemas. Esta
forma de pensar es el resultado de la impopularidad, y desconocimiento, de la
política en nuestra sociedad. Aquí es importante señalar que la política no es
otra cosa que el ejercicio del poder, sea este un poder natural u otorgado, de
esta manera nuestra vida personal, familiar o social en general está basada en
el ejercicio del poder. Entonces podemos
mencionar que día a día nos desenvolvemos políticamente, sea con uno mismo, en
nuestra casa, en nuestro trabajo, en nuestros grupos sociales, etc. Sólo uno de
esos tipos de política, el de los gobiernos transitorios en democracia, que se
conoce como política partidaria, es el que de alguna manera está totalmente
desacreditado en el país. Por ello cuando uno se dice apolítico o que detesta
la política, tendría que preguntársele a qué nivel de la política se refiere.
No ha de ser que su “política es la de autoproclamarse apolítico”.
La política en general tiene un factor clave
en la ejecución del poder, y es que para tomar una decisión se puede basar en
información o en “reflejos” , este último tiene un criterio más subjetivo, pero
no por ello deja de tomar en cuenta la experiencia como sustento. Vale decir,
hasta el denominado “olfato político” se basa en información acumulada en
nuestro cerebro, lo que nos permitirá tomar una decisión con las consecuencias
que estas puedan acarrear. Por citar un ejemplo, un funcionario público que
recurre en actos de corrupción se basará en la información generada de su
propia experiencia en la que un acto delictivo es poco o nada castigado por la
sociedad (salvo por la política de indiferencia nuestra), por lo que aprovechará
su situación para seguir delinquiendo.
Entonces, si la política tiene una base
técnica de procedimientos y empírica por acumulación de información, ¿cómo es
que nos atrevemos a separar lo técnico de lo político?. En sentido inverso,
todos aquellos que realizan una actividad denominada “técnica” se desenvuelven
en ambientes políticos diversos, desde un criterio político personal, pasando
por los contextos políticos de las estructuras sociales en donde realiza su
actividad, la política del sector para el cual trabaja y finalmente los interés
políticos nacionales y supranacionales.
Quizá por una cuestión de practicidad se haya
separado a las personas que se limitan a obtener datos e información, de los
que la usan o no la usan, para tomar una decisión política particular (de
poder). Pero ello no quiere decir que haya dos mundos diametralmente opuestos.
Ambas acciones humanas; generar
información y tomar decisiones,
se entrelazan, se retroalimentan y conviven entre sí. Es por ello que cuando se
escucha decir que una protesta es técnica, o que los intereses de un actor
político deben de ser técnicos, etc., sólo nos queda concluir que hay un
interés por confundir, engañar o manejar una situación a favor de,¡¡ ohh
sorpresa!!, otros intereses políticos, legítimos, pero políticos al fin y al
cabo.
El asunto de debate no debiera ser si un tema
es técnico o político, sino por qué hay todavía tanta indiferencia de gran
parte de la sociedad en participar de los procesos políticos. Mientras sigamos
creyendo que la labor política es de sólo unos “cuantos gatos” seguiremos
quejándonos de lo mal que no está yendo. La pelota está en nuestra cancha,
bueno, siempre lo estuvo.
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