martes, 17 de julio de 2012

LOS CONFLICTOS SOCIALES HAY QUE ENTENDERLOS Y SOLUCIONARLOS

 Por: Elmer Antonio Torrejón Pizarro
 

Los conflictos sociales son inherentes a los pueblos y realidades del país, solo hay que saber entenderlos y solucionarlos. Cuando uno se acerca al conocimiento profundo de nuestras realidades entenderemos que la “explotación de los recursos”, mejor dicho el uso calculado de los recursos por parte de las comunidades, poseen intrínsecamente trasfondos culturales. Históricamente se han construido así, bajo el paradigma de una relación equilibrada entre Hombre – Naturaleza. El territorio responde a una construcción social. Las comunidades andinas y amazónicas, “personifican” a sus recursos naturales lo que conlleva a que la relación sea equilibrada y conservacionista. Lamentablemente la racionalidad occidental ha ingresado con fuerza que ha sobrellevado a que las comunidades vean sus recursos desde una “racionalidad mercantilista” que inclusive ha traído como consecuencia, la depredación de los recursos.

Cuando los recursos naturales son “encapsulados” como mercancías, pues deviene en problemas y conflictos dentro de las comunidades. La intromisión de una racionalidad diferente al uso calculado de los recursos, permite la aparición de diversos tipos de conflictos, tal como ahora existen y cada día lo sentimos. Esta es una tarea del Estado: hacer entender a las comunidades de la importancia de sus recursos para el desarrollo.

Pero estas comunidades nunca han estado exentas a luchas internas para el aprovechamiento de sus recursos. Los conflictos en el interior de los pueblos por el aprovechamiento de los recursos siempre han existido, los conflictos han sido una manera de solucionar las “crisis comunales”, pero la concepción de estos conflictos no se mueven dentro de una lucha por la “riqueza” de los recursos; el motivo es por el aprovechamiento de los mismos para la sobrevivencia, y no a partir de los recursos, generar excedentes económicos.

Por lo tanto los conflictos son propios de un ciclo natural, social e histórico de las comunidades por el aprovechamiento de sus recursos. El problema es cuando a estos recursos se les da un valor monetario, un valor mercantilista; es decir, se les asigna el cliché de “RIQUEZA”. Este concepto obviamente construido desde la lógica occidental; mas no así desde la concepción comunal. Entonces, en conclusión el uso de los recursos siempre ha sido motivo para problemas y conflictos dentro de las comunidades; el concepto de “riqueza” que se les ha asignado a llevado la conflictividad a un grado mayor, ya no entre comunidades; sino entre éstas con el Estado y el sector privado.

Este conflicto tripartito (Comunidad-Estado-Empresa) se activa muchas veces cuando entran en conflicto las racionalidades. La racionalidad mercantilista y la racionalidad del uso sostenible de los recursos por parte de las comunidades.

Éstas entienden que sus bosques, ríos, lagunas, animales, plantas, etc; son parte de un mundo personificado y es en esta racionalidad donde descansan sus actividades agrícolas, ganaderas; de caza, pesca y recolección. Esta racionalidad no entiende nuestro Estado y para solucionar este problema, es necesario el “diálogo intercultural” como un instrumento para prevenir estos conflictos tripartitos que nos está “desgastando” como Nación.

La discusión va más allá de una discusión técnica de aprovechamiento y “explotación” de los recursos, de una discusión con la presencia del Presidente, los Ministros, autoridades regionales o locales, los voceros y representantes comunales. La discusión más que un entendimiento de posiciones debería ser el aprendizaje y difusión de conocimientos: es decir CONOCERNOS ENTRE PERUANOS.

El desconocimiento entre peruanos, nos encamina a conflictos y/o exclusiones. En la Amazonía, por ejemplo, existen comunidades “voluntariamente” aisladas; es decir, que viven alejados de la “civilización”. Pero ese voluntario aislamiento no se ha construido porque nunca tuvieron contacto con la “civilización”; al contrario, muchas de estas comunidades decidieron alejarse porque justamente se dio este contacto, que se ha producido en la mayoría de los casos cuando el Estado y la empresa, irrumpen en sus territorios para explotar los recursos.

Este “choque de culturas” ha conllevado justamente a que las comunidades eligiesen seguir el camino que para el grupo social es el más beneficioso. La visión del desarrollo en muchas comunidades del país, son diferentes a la nuestra. Es una visión de desarrollo emparentada con el manejo y conservación de su medio ambiente y la sobrevivencia, pero esto no quiere decir que estas comunidades no convivan exentas con los conflictos u otro tipo de problemas. Conflictos y problemas con una lógica interna de grupos sociales, pero también conflictos y problemas que se relacionan con el contacto con el mundo exterior, con otras culturas.

El progreso, las invenciones tecnológicas, el crecimiento económico, el “desarrollo” desde la visión occidental; ha cambiado positivamente al mundo; pero también ha traído consecuencias negativas. Las comunidades de nuestro país, tienen todo el derecho de acceder o rechazar esta visión del desarrollo o en todo caso adecuarlos a la visión del desarrollo comunal – nacional. Construir el desarrollo desde lo local, desde la comunidad. Esta es una agenda pendiente del Estado y su relación con las comunidades. Si es que trabajaríamos en estos temas lograríamos disminuir los conflictos sociales que tenemos y por ende reducir los diversos tipos de pobrezas que encontramos en este país pluricultural.

martes, 10 de julio de 2012

LA LÍNEA DIFUSA ENTRE LO POLÍTICO Y LO TÉCNICO

Por: Mirbel Epiquién Rivera

En los últimos meses, como causa de los rebrotes de conflictividad social, hemos escuchado recurrentemente como se divide un determinado tema entre lo técnico y lo político. El cambio del primer gabinete de este gobierno se dice que obedecía a criterios más técnicos que políticos, incluso el Primer Ministro mencionó que este era un gabinete más  técnico que político. Los peritos extranjeros que hicieron una evaluación en Conga mencionaban que estaban haciendo un trabajo técnico y no político. Finalmente,  las protestas en Cajamarca y El Espinar fueron señaladas (a manera de acusación) como políticas más no técnicas. ¿Pero qué significa actuar técnica o políticamente?, ¿Cómo se dividen estos aspectos en la gestión pública?, ¿Es criticable actuar de una u otra manera?.
Recuerdo que hace unos años, en mi paso por una institución pública, tenía como parte de mi equipo laboral a una entusiasta abogada. Cada vez que se presentaba un problema algo complejo de entender en términos metodológicos o procedimentales ella me decía; “eso te lo dejo a ti porque es un tema técnico”. Siempre me pregunté ; ¿los asuntos legales, administrativos u otros que escapasen del análisis científico per se no tenían técnica?. Si entendemos como técnico al conjunto de procedimientos y protocolos por el cual se pretende alcanzar un resultado proyectado entonces pocas serían las acciones del ser humano que no necesitan de técnica alguna.

Sin embargo es importante contextualizar  la discusión. En Perú se ha generalizado la idea de que solamente las autoridades elegidas  o designadas por un poder son los únicos que pueden pensar y actuar políticamente. Y que los demás miembros de la sociedad, o acatan las decisiones del “político” o juegan sólo un rol “técnico”. Como si la política fuese un privilegio de un reducido grupo de personas que tienen las fórmulas mágicas para solucionar nuestros problemas.  Esta forma de pensar es el resultado de la impopularidad, y desconocimiento, de la política en nuestra sociedad. Aquí es importante señalar que la política no es otra cosa que el ejercicio del poder, sea este un poder natural u otorgado, de esta manera nuestra vida personal, familiar o social en general está basada en el ejercicio del poder.  Entonces podemos mencionar que día a día nos desenvolvemos políticamente, sea con uno mismo, en nuestra casa, en nuestro trabajo, en nuestros grupos sociales, etc. Sólo uno de esos tipos de política, el de los gobiernos transitorios en democracia, que se conoce como política partidaria, es el que de alguna manera está totalmente desacreditado en el país. Por ello cuando uno se dice apolítico o que detesta la política, tendría que preguntársele a qué nivel de la política se refiere. No ha de ser que su “política es la de autoproclamarse apolítico”.
La política en general tiene un factor clave en la ejecución del poder, y es que para tomar una decisión se puede basar en información o en “reflejos” , este último tiene un criterio más subjetivo, pero no por ello deja de tomar en cuenta la experiencia como sustento. Vale decir, hasta el denominado “olfato político” se basa en información acumulada en nuestro cerebro, lo que nos permitirá tomar una decisión con las consecuencias que estas puedan acarrear. Por citar un ejemplo, un funcionario público que recurre en actos de corrupción se basará en la información generada de su propia experiencia en la que un acto delictivo es poco o nada castigado por la sociedad (salvo por la política de indiferencia nuestra), por lo que aprovechará su situación para seguir delinquiendo. 

Entonces, si la política tiene una base técnica de procedimientos y empírica por acumulación de información, ¿cómo es que nos atrevemos a separar lo técnico de lo político?. En sentido inverso, todos aquellos que realizan una actividad denominada “técnica” se desenvuelven en ambientes políticos diversos, desde un criterio político personal, pasando por los contextos políticos de las estructuras sociales en donde realiza su actividad, la política del sector para el cual trabaja y finalmente los interés políticos nacionales y supranacionales.
Quizá por una cuestión de practicidad se haya separado a las personas que se limitan a obtener datos e información, de los que la usan o no la usan, para tomar una decisión política particular (de poder). Pero ello no quiere decir que haya dos mundos diametralmente opuestos. Ambas acciones humanas; generar  información  y tomar decisiones, se entrelazan, se retroalimentan y conviven entre sí. Es por ello que cuando se escucha decir que una protesta es técnica, o que los intereses de un actor político deben de ser técnicos, etc., sólo nos queda concluir que hay un interés por confundir, engañar o manejar una situación a favor de,¡¡ ohh sorpresa!!, otros intereses políticos, legítimos, pero políticos al fin y al cabo. 

El asunto de debate no debiera ser si un tema es técnico o político, sino por qué hay todavía tanta indiferencia de gran parte de la sociedad en participar de los procesos políticos. Mientras sigamos creyendo que la labor política es de sólo unos “cuantos gatos” seguiremos quejándonos de lo mal que no está yendo. La pelota está en nuestra cancha, bueno, siempre lo estuvo.

lunes, 2 de julio de 2012

LOS CONFLICTOS NO SON MALOS; NO SABER RESOLVERLOS SI

Por: Rudecindo Vega Carreazo

Ni en el Perú ni en ninguna parte; los conflictos, cualquiera sea su naturaleza: políticos, sociales, laborales, ambientales, económicos,  son malos.  Por el contrario; expresan oportunidades de crecimiento y desarrollo si son resueltos. Lo que es malo y pernicioso, es la falta de instrumentos, voluntad o capacidad de resolverlos.

La Defensoría del Pueblo, reporta en el Perú, desde hace unos años atrás, la existencia permanente de más de 200 conflictos sociales, entre activos y latentes.  Muchos conflictos subsisten y sobreviven los periodos gubernamentales dentro de un contexto de sostenible crecimiento económico y sostenible reducción de la pobreza y en un proceso de reinstitucionalización democrática. Qué seria del Perú, si el tratamiento de dichos conflictos hubiera tenido mejor cauce.
Hay diversas maneras de resolver los conflictos: la violenta, incluso mediante el uso “legal” de la fuerza es una de ellas; también la concertada y dialogada es otra forma de solución. Entre una y otra hay un abanico de posibilidades. Algunas veces es necesario recurrir a la fuerza, sin embargo, ella no puede ni debe ser el mecanismo por excelencia.

El Perú tiene una rica experiencia democrática en enfrentar conflictos, aprendida dolorosamente en los últimos años. Es cuestión de aprovecharla. Bueno sería para el país, optimizar, simultáneamente los siguientes instrumentos:
1.    Audiencias Públicas o Diálogos Descentralizados Sectoriales. Eventos regionales o locales de cada sector con las autoridades locales y regionales y las organizaciones sociales para atender in situ la problemática sectorial. Existe la experiencia de Audiencias Públicas del actual Premier cuando era Ministro del Interior y los Diálogos Descentralizados del Ministerio de Trabajo y del Ministerio de la Producción.
2.     Ministerios Itinerantes. Los Ministros y Viceministros recorren el país identificando, iniciando, supervisando o inaugurando proyectos y obras u acciones sectoriales. Los pueblos sienten y festejan la presencia de las autoridades nacionales como sufren y cuestionan su ausencia. El gobierno puede y debe estar presente en el país. 

3.      Consejos de Ministros Descentralizados. Fue una buena práctica emprendida, un poco tarde en el gobierno de Toledo, abandonada durante el gobierno de García y que podría ser el instrumento distintivo del gobierno del Presidente Humala. Nada mejor para los departamentos que tener a todo el Ejecutivo resolviendo concertadamente sus problemas en su propio territorio.

4.     Mesas de Dialogo y Mesas de Trabajo. Constituidas para temas específicos a nivel territorial o sectorial casi siempre cuentan con la participación de las autoridades locales, regionales, nacionales y algunas organizaciones sociales. Establecen líneas de orientación y acción o abordan proyectos y obras específicos. Se convierten en perniciosas cuando sus acuerdos solo quedan en papel, no concretan nada o dilatan el cumplimiento de sus acuerdos.

5.     Acuerdo Nacional. Espacio político de dialogo y concertación útil para definir políticas de carácter nacional y abordar temas candentes de coyuntura. Creado por Toledo, usado por García y recurrido por la oposición y sociedad civil cuando era necesario. Ojala el Presidente fortalezca este espacio. Hay más por ganar que perder. 

Todos estos instrumentos caracterizan una gestión pública ágil, dinámica, descentralizada, desconcentrada, participativa. Su optimización institucionalizada consolidaría el crecimiento económico, instauraría la inclusión social y haría sostenible la reducción de la pobreza y propiciaría el fortalecimiento democrático. Es la Hoja de Ruta para la Gran Transformación.
La sabiduría bíblica enseña que no hay nada nuevo bajo el sol. La experiencia gubernamental peruana lo confirma. Concertar y dialogar requiere fuerte y solida autoridad, porque implica ser reconocido y aceptado. Como escribiera Jorge Basadre: “Que el Perú no se pierda por la acción o inacción de los peruanos”.